Educación y Cultura

No existe el cuerpo fuera del discurso: Lucía Ciccia, investigadora

*Este martes, el rector Christian Torres Ortiz inauguró las actividades que organiza la UdeC en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Con la videoconferencia “Género, cuerpo y deseo en la objetividad de la ciencia”, que impartió la investigadora de la UNAM Lucía Gabriela Ciccia, iniciaron este martes las actividades que realiza la Universidad de Colima en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

La inauguración estuvo a cargo del rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, quien aseguró que “este evento le da a la Universidad la posibilidad de planear, capacitar y reflexionar sobre un tema tan importante y trascendente como es la participación plena y equitativa de las mujeres en la ciencia”.

En este sentido, reconoció el esfuerzo conjunto que realizan la Coordinación General de Investigación Científica y el Centro Universitario para la Igualdad y los Estudios de Género, “al generar estos espacios que evidencian cómo nuestra Universidad trabaja día con día para lograr la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres”.

En su charla, la doctora en Estudios de Género por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesora-investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, abordó las nociones dicotómicas del ser hombre o mujer desde un enfoque crítico y argumentó que la genitalidad no determina al cien por ciento el que alguien decida ser hombre o mujer, que esa definición viene dada por la cultura y por cómo negociamos a lo largo de la vida cada uno en lo personal y en grupo, con esa forma de ver y entender el género.

Habló de cis-hombres y cis-mujeres para referirse a las personas que se identifican con el género que les han asignado al nacer. La idea del cisgénero se maneja como opuesta a la de transgénero, ya que el prefijo trans habla de cruzar algo, una barrera, de ir de un lado a otro, y el prefijo cis se refiere “a esta lado de”, con lo cual, dijo, una cosa es nacer con pene o vagina y otra muy distinta ser hombre o mujer.

En el imaginario colectivo, explicó, se suele creer que los hombres se diferencian de las mujeres desde antes del nacimiento gracias a la testosterona, que eso los hace diferentes, les da habilidades viso-espaciales y les hace querer jugar con carritos y a las luchas desde que son pequeños. Las mujeres, al recibir menos testosterona, desarrollan entonces más la fluidez verbal y desde niñas muestran mayor sensibilidad y ganas de jugar con muñecas.

Al hombre, cuestionó, desde tiempos atávicos se le identifica con el luchador, con el cazador, y a la mujer con la cuidadora.Al hombre (blanco, adulto, propietario y occidental), se le asocia además con la razón, la fuerza, la dureza, y a la mujer con la sensibilidad y lo blando; gracias a esto, muchos concluyen que las mujeres no pueden generar conocimiento científico, algo que es muy cuestionable, aseguró, porque la testosterona no puede determinar las prácticas culturales y “porque no existe el cuerpo fuera del discurso”.

El primer punto para cuestionar estas creencias, agregó, “es reflexionar sobre nuestra propia subjetividad, sobre lo que realmente pensamos de lo que dice la biología que podemos hacer, si realmente la genitalidad determina qué puedo hacer y quién soy, cuál es mi sexualidad y mi identidad de género y cuáles mis intereses y deseos”.

Pidió cuestionar si existe una biología innata o presocial y desarrollar metodologías que no reproduzcan los discursos androcéntricos; “para entender la masculinización de las áreas STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) tenemos que poner en crisis el criterio de objetividad, tenemos que darle cuerpo, tenemos que ponerle deseos, porque de ninguna manera es neutral ese criterio y porque de ninguna manera es universal o está por fuera de la materia”.

Es importante cuestionar esta creencia con tintes científicos, agregó, “porque a partir de ella se sigue respaldando la dicotomización de los roles sociales, de género y su propia jerarquización; una dicotomización que implica que el ámbito público es masculino y el doméstico femenino. Entonces el número, la estadística, lo que nos muestra es cómo nosotras y nosotros, en nuestra propia subjetividad, reproducimos simbólicamente esta visión”.

Por último, dijo que “si se quiere problematizar la desigualdad de género tenemos que poner en crisis un discurso netamente biologicista de nuestra subjetividad, un discurso que pretende seguir respaldando que hay una biología que causa cierto tipo de estados mentales. Sin embargo, para poner en crisis este sistema que reproduce el discurso androcéntrico, tenemos que poner en crisis nuestra propia identidad, nuestra propia sexualidad, cuestionar nuestros propios intereses y deseos”.

Para Lucía Gabriela Ciccia, la única salida de esta forma de ver y entender el mundo es colectiva; “los cambios se dan de manera colectiva. Hay que visualizarnos en nuestros obstáculos y privilegios; generar grupos, comunidades en donde visualicemos sobre todo los privilegios y cómo eliminarlos, especialmente porque nuestros privilegios siempre afectarán a otras personas”.

Como cierre del evento inaugural, la Dra. Xóchitl Trujillo, coordinadora general de Investigación Científica, hizo algunos comentarios sobre la conferencia y dijo que “la ciencia no tiene género, es para todos. La ciencia es una forma de abordar el conocimiento, una forma de buscar la creatividad, de contribuir a los estados de bienestar de la sociedad”.

Destacó, finalmente, que esta semana está dedicada a promover la ciencia hecha por mujeres y despertar las vocaciones en las niñas “para que no sientan que tenemos estas diferencias o que no pueden llegar a ocupar una gran posición como ingenieras, físicas o matemáticas. Es algo que se debe trabajar desde la infancia, por eso es importante que todos y todas las que estamos aquí trabajemos para lograr esta igualdad y que tengamos a más mujeres haciendo ciencia; sobre todo, una sociedad más igualitaria”.

 

 

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