Educación y Cultura

Miriápodos tienen menos patas de lo que se cree: Experto

*Cupul Magaña, investigador de la UdeG, participó en las charlas de divulgación de la ciencia que realiza la UdeC.

Se sabe que los ciempiés y los milpiés son las especies con el mayor número de patas; sin embargo, no tienen tantas extremidades como se cree, ya que sólo alcanzan a tener desde 10 hasta 191 pares de patas. Su tamaño va desde un par de milímetros hasta 30 centímetros, y aunque se sabe que algunas de estas especies son tóxicas para el ser humano, investigadores han encontrado en sus componentes alternativas para tratamientos contra el cáncer y procesos desinflamatorios.

Fabio Germán Cupul Magaña, investigador del Centro Universitario de la Costa (CUC) de la Universidad de Guadalajara, visitó la Universidad de Colima para hablar de estos peculiares parientes de los crustáceos y arañas, como parte de las Jornadas de Divulgación de la Ciencia que realizan la UdeC y la Academia Mexica de Ciencias (AMC).

Cupul Magaña explicó en su conferencia “El ciempiés tiene 900 patas menos que el milpiés”, que impartió en el Museo Regional de Historia, que estas especies se caracterizan por tener su esqueleto por fuera, lo que les ayuda a mantener a sus crías a salvo durante el proceso de incubación. Otro dato curioso de estos insectos, del grupo de los miriápodos, dijo, “es su reproducción indirecta, pues los machos dejan su paquete de espermas y la hembra decide en qué momento fertilizar”.

“Para ello, se enroscan en los huevos y permanecen un mes sin moverse y sin comer. Las madres los cuidan hasta la segunda muda, que es cuando se van las crías; si no se van, se las come. Las mudas son importantes, porque si quieren crecer tienen que mudar y eso hace que vayan aumentando de tamaño; es decir, a diferencia de otras especies que nacen con el número de segmentos que tendrán de adultos, estas especies incrementan su número de segmentos cuando mudan”, explicó Fabio Germán Cupul.

En el caso específico de los ciempiés, dijo, “aunque pueden tener un par o varios pares de ojos, su orientación se da por un par de antenas, ya que la imagen que perciben es borrosa, mientras que otros están totalmente ciegos, por lo que dependen de sus antenas. También tienen un par de colmillos o forcípulas (pinzas), y en su base hay una glándula de veneno neurotóxico que puede comprometer la salud de una persona. De hecho, una picadura del ciempiés es similar a la de un alacrán. En el país no se han registrado decesos por picaduras de este tipo, pero en Venezuela, Brasil, en el sureste de Asia y Tailandia sí los ha habido cuando las picaduras son de ejemplares de unos 25 centímetros”, comentó el investigador.

A diferencia de los ciempiés, en los que cada segmento tiene un par de patas, en los milpiés los primeros tres segmentos tienen un par, el último no tiene y el resto tiene dos pares. Asimismo, precisó, “mientras que los ciempiés son depredadores torpes, sus parientes son vegetarianos”.

El investigador de la UdeG compartió que “el mecanismo de defensa de los milpiés es enroscarse en espiral para proteger la parte interna de su cuerpo, que es la más delgada, pero además tiene orificios en los lados por donde exudan sustancias repugnatorias, principalmente sustancias orgánicas, y algunos de ellos pueden exudar ácido cianhídrico, un elemento que puede irritar boca, ojos y nariz de otras especies e incluso en el humano”.

Tanto el veneno de los ciempiés como las sustancias que exudan los milpiés son investigadas por los científicos, quienes han encontrado en sus compuestos respuestas a algunas enfermedades. Por ejemplo, agregó, “se ha encontrado que el veneno de los ciempiés tiene la capacidad de disminuir los procesos inflamatorios, por lo cual se está utilizando para hacer tratamientos contra el cáncer en la UNAM y la Autónoma del Estado de Morelos. En una especie asiática se ha observado que el efecto calmante del veneno es muchísimo mayor que el de la morfina”.

Además, expuso que las sustancias repugnatorias de los milpiés se están utilizando para procesos desinflamatorios: “En algunas partes de África occidental los consumen como aderezo y se piensa que esto puede ser un factor para que esa gente no sufra problemas de paludismo debido a que estas sustancias hacen la función de defensa. Si bien aún no hay estudios clínicos, han encontrado que las poblaciones que consumen los milpiés no tienen problemas con la malaria”, comentó.

Desafortunadamente, comentó Cupul Magaña, en México hay pocos académicos que se dedican a investigar estas especies, y lo que se sabe lo generaron investigadores alemanes y estadounidenses entre los años 50 y 60. De ellos, se conoce que en México hay alrededor de 182 especies de ciempiés y el 70 por ciento son endémicas del país, mientras que de los milpiés se sabe que hay 498 especies descritas.

“Hoy en día sólo hay dos o tres personas trabajando en esto, y el conocimiento de las especies es muy pobre, pues no se sabe cuántas hay ni cuál es el papel que desempeñan dentro del ambiente”, enunció.

Además, comentó que actualmente también se pueden observar estas especies en casa: “Son pequeñas, de color negro y, curiosamente son milpiés, una especie que viene de Asia. Es obvio que pensemos que entraron por los puertos. En Vallarta hay cinco especies introducidas de ciempiés y tres de milpiés”, dijo.

Fabio Germán Cupul Magaña y Juan Luis Cifuentes escribieron los libros “¿Los terribles cocodrilos?” y “Venenos: armas químicas de la naturaleza”, de la colección “Ciencia para todos” del Fondo de Cultura Económica.

 

 

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