Opinión

Indilovers: el peligroso culto a la personalidad

PARACAÍDAS

Rogelio Guedea

El sistema político de nuestro país (y de toda Latinoamérica) está construido sobre la base del culto a la personalidad. Este culto a la personalidad refuerza, por supuesto, la creación de figuras mesiánicas que, independientemente de su filiación ideológica (de izquierda o de derecha), balcanizan a la sociedad, erosionando la dignidad humana. La división de clases se recrudece y, sobre ella, se impone la voluntad de uno y de aquellos a quienes éste privilegia.

La historia de nuestro país es la historia precisamente de la imposibilidad de llegar a una sociedad sin privilegios de unos cuantos en detrimento de la mayoría. Se supone que es éste el principio de fondo que propició la llegada del liderazgo de López Obrador a la presidencia de la República y, por tanto, resulta contradictorio ver que sus “vicepresidencias estatales” lo boicoteen con acciones contradictorias, como es el caso del exabrupto cometido por Indira Vizcaíno, la superdelegada del gobierno federal en Colima, durante la entrada de la música en Cuauhtémoc, en donde la también ex presidenta de este municipio uniformó a los trabajadores a su servicio y otros simpatizantes con una camisa que tenía estampada en el frente una leyenda que rezaba: Indilovers.

Si bien es cierto que, de facto, el Ejecutivo federal ha construido su gran aceptación social sobre la base del culto a la personalidad, lo que sin duda da pie a acciones como las que acabo de mencionar con respecto a Indira Vizcaíno, hay sin duda una diferencia sustancial entre una representación genuina (como la que se formó por años en el caso de López Obrador) y otra construida sobre el aire (como en el caso de la superdelegada Indira Vizcaino) y, lo que es peor, promovida por ella misma, pues se le vio también con la camisa rosa bien puesta y abanderando dicha marcha.

Como “elogio en boca propia es vituperio”, yo considero que si  ésta será la forma en la que Indira Vizcaíno construirá su ruta hacia las alecciones de 2021, la estrategia le acarreará más descalabros que beneficios, especialmente porque sobre su espalda lleva un pasado político  que falla en donde ha logrado acertar el de López Obrador: en lo moral.

Como sabemos, Indira Vizcaíno ha estado envuelta en escándalos de corrupción, traiciones y malversación de fondos que,  lejos de ponderar su honestidad como una bandera en su forma de hacer política, lo que harán es convertirse en pesadas lápidas al momento de las definiciones. Además, independientemente de que consiga o no su objetivos políticos (en nuestro país han cristalizado proyectos mucho más temerarios), ya de entrada es peligroso pensar en un gobernante que a muy temprana edad y tiempo muestra este egocentrismo tan grande, que lo único que generan es desconfianza.

Indira Vizcaíno es una política joven y astuta, no pongo en duda su inteligencia ni mucho menos su perseverancia, pero con estas acciones sienta lamentablemente un mal precedente no sólo para su propia carrera en el servicio público sino también para quienes la ven con admiración, pues son ellos mismos los que intentarán convertirse en sus epígonos, con lo cual no saldríamos nunca de todo aquello que ha mantenido a nuestro sistema político sumido en este socavón.

De no ver las consecuencias negativas que puede tener una acción como esta en el status quo político de nuestra entidad, habría obviado estas reflexiones. Sin embargo, es por lo contrario que creo pertinente que no pasen desapercibidos los peligros que conlleva centrarse excesivamente en la persona política y no en sus acciones.

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