Opinión

“La dinastía Torres Ortiz”

PARACAÍDAS 

Rogelio Guedea

Hubo un tiempo en que tuve que recurrir de manera frecuente al doctor Christian Torres Ortiz Ocampo por un mal gastrointestinal que me aquejaba. Nuestros encuentros eran, más que consultas, largas conversaciones sobre una variedad de temas tanto de naturaleza pública como personal, privada. En una ocasión, incluso, el doctor Torres Ortiz, viendo el  insalvable tiempo que separaba a su generación de la mía, me advirtió que a la amistad no le importaba la edad, gesto que le agradecí pues me confirmaba la empatía que ambos encontrábamos al conversar.

Un aspecto me saltó siempre durante nuestras conversaciones, y era que el doctor Torres Ortiz no dejaba de encontrar el momento para aludir alguna anécdota sobre su padre, el coronel Pedro Torres Ortiz, por quien se le notaba que profesaba un genuino amor y admiración. Como eran conversaciones privadas, no reproduzco aquí ni aquellas evocaciones  más íntimas sobre su progenitor, pero sí destaco que de la misma forma en que se conmovió ayer en la presentación que hizo sobre el libro dedicado a su padre: “Pedro Torres Ortiz, vida y obra”, de Jorge Rosales, así también se conmovía casi hasta las lágrimas cuando me contaba sus anécdotas.

Me ha dado gusto no sólo que se haya hecho un libro sobre el fundador de nuestra máxima casa de estudios, además de gobernador del Estado, sino que en ese acto hubieran estado presentes tres generaciones, toda una dinastía, de los Torres Ortiz, cada uno de los cuales representando un papel de suma trascendencia para nuestra entidad, pues así como el doctor Torres Ortiz hizo, al igual que su padre don Pedro, cosas trascendentes durante su paso tanto por la institución universitaria como por la administración pública, sobre todo durante su periodo como secretario de Salud, así también ahora su hijo, Christian, fungirá muy pronto como rector de la universidad que su abuelo Pedro fundó.

Más allá de la recuperación de una memoria histórica y política recogida en la vida y obra de este ilustre colimense y puesta en evidencia en el libro de Jorge Rosales, está el hecho de que parece que con la llegada del todavía rector electo Christian Torres Ortiz se cierra un ciclo en una dinastía que, paradójicamente, empieza una nueva etapa para el destino que tendrá que seguir nuestra universidad en tiempos en los que, si bien no son los mismos de antes, a su manera representan similares complejidades, pues,

como lo dijo Séneca, la vida es esencialmente milicia, esto es una lucha constante. Aunque me habría gustado que el nieto Christian dijera unas palabras sobre su abuelo Pedro y junto a su padre Christian en la presentación, no por eso (ni por ninguna otra razón) ésta dejó de ser muy emotiva, tanto como la forma en que la voz, en ciertos momentos, del doctor Torres Ortiz se estrujaba  cuando ingresaba en los profundos pasadizos de la memoria que todavía preservaba vívida de su padre.

Me gustaron, finalmente, las palabras con las que el rector Hernández Nava cerró el evento, una implícita invitación a defender a nuestra universidad de todos aquellos que sistemática y perniciosamente la han atacado y la quieren seguir atacando, llevados por un interés personal y pensando muy poco en que la universidad es más que una sola persona o un grupo formado por unos cuantos. La universidad siempre será más que eso.

El libro fue publicado por la dirección de publicaciones de nuestra máxima casa de estudios y está disponible para su descarga en la página web de esta dependencia, para aquellos que quieran conocer los momentos decisivos que dieron origen a nuestra querida institución.

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