Opinión

La potencial renuncia de Indira, des/gobernadora.

Carlos Ramiro Vargas

A tres meses de iniciado su gobierno, Indira Vizcaíno, gobernadora morenista por Colima, no da una. Y en el contexto actual de quiebra oficial, financiera, del gobierno estatal, de la pandemia del sars cov-2 que no cesa y con la mutación conocida como Omicrón, en el estado la cosa se pone peor. Si a ello agregamos que la crisis y corrupción en la Secretaría de Salud, continúa como en los mejores tiempos del pri/peraltismo; el estallido de violencia generalizada por toda la entidad, suscitada a partir de los enfrentamientos en el Cereso de Colima, capital, a fines de enero previo y antes, con la muerte ocultada oficialmente de la obrera en la maquiladora, Yazaki, nos ha mostrado a todos los colimenses, la poca calidad moral de la gobernadora, ya no se diga su ineptitud total para bien gobernar, de Indira Vizcaíno, y todo su gabinetillo y en primera línea el de Seguridad.

En primer lugar, al no informar adecuadamente de los acontecimientos y balaceras, al maquillar información sobre la cifra de muertos y enfrentamientos recientes en el estado, así como en el Cereso, al tener a puros déspotas en incompetentes tanto en la Secretaría de Seguridad como en la Fiscalía estatal, ya no se diga en la Dirección de los Ceresos en todo el estado. La reiterada necedad de la señora Indira Vizcaíno, al negar el asesinato masivo que sufrimos los colimenses, equiparable a un Genocidio por Omisión, del 2016 al año que corre, la hace cómplice absoluta del ex gobernador Ignacio Peralta, a quien no tienen para cuando, ella y sus 9 diputados de Morena, aplicarle el necesario Juicio Político y Penal.

Necia entonces, al minimizar los hechos, al no reconocer que en Colima estamos en guerra de baja intensidad desde el 2016, y que se está agudizando con su gobierno, Indira Vizcaíno se ha convertido rápidamente en una Genocida por Frivolidad y Omisión, algo que los colimenses ya no podemos aceptar. So pena de quedar en medio de una situación de violencia peor que en Tierra Caliente o Apatzingán, Michoacán.

Más ya que la Indira es tan dada a las medias verdades, que terminan convirtiéndose en mentiras completas, tenemos que según datos vertidos por el mismo Secretario de la Defensa, sólo en el mes de enero 2022, en el estado de Colima se tuvieron 236 crímenes por cada cien mil habitantes, cifra que pone a nuestro estado a la cabeza absoluta de la violencia genocida en México. Cuando el promedio nacional anda en 76 asesinados por cada cien mil habitantes.
Esa cifra terrorífica para un estado tan pequeño y con tan poca demografía, nos pone por encima de Baja California, 216, Michoacán, Zacatecas, Jalisco o Sinaloa, todos debajo de los 170.

Estados en los que se sufre una guerra generalizada por la hegemonía de la economía criminal.

La visita de la Secretaria de Seguridad Nacional a Colima, Rosa Isela Rodríguez, poco agrega a la problemática de la violencia regional, desde el momento mismo en que el gobierno federal es incapaz de resolver este problema, con más de 130 mil asesinados en los primeros tres años de mandato de López Obrador. Y Cuando la misma Indira Vizcaíno durante toda su campaña electoral nos estuvo dando atole con el dedo con su hueca retórica de “Sembrando Paz”.

Y tras cuatro días de enfrentamientos armados, a lo largo y ancho del estado, -hoy es 11 de febrero, con saldo de 10 muertos y varios heridos, incluyendo crímenes colaterales de inocentes, el discurso de la gobernadora, Indira Vizcaíno, no sale de los moldes viejos de la retórica con la que el sátrapa ex secretario de gobierno, peraltista, Arnoldo Ochoa, se lavaba las manos de su responsabilidad en el Genocidio en curso, aduciendo que “se están dando entre ellos”; para luego sostener ante la Secretaria de Educación que cada director de escuela decida si dan clases presenciales o no, lo cual demuestra la cobardía y la ineptitud de una dizque gobernadora a quien nunca le ha importado resolver el problema de esta guerra, que para empezar hay que llamarla como tal.
Rásquense con sus propias uñas nos dice la señora Indira, mientras ella anda rodeada de guaruras del viejo régimen, algunos de ellos infiltrados por los cárteles en disputa.
Cuando en realidad no puede haber una verdadera política de Paz si no se reconoce el estado de guerra en que nos encontramos.
Paro pese a todo, y a tres meses apenas del nuevo gobierno, los colimenses nos estamos dando cuenta de la tirana por la que 93 mil paisanos votaron en el 2021.

En medio de este cuadro espectral, no podemos dejar de lado la absoluta inutilidad de las alcaldesas de Villa de Álvarez y Colima, Tey Gutiérrez y Margarita Moreno, y sus partidos.
Pues en sus municipios las células criminales andan desatadas poniéndolos en los primeros lugares de homicidios dolosos, del estado. Y Manzanillo, en primerísimo lugar.

Con un Congreso del Estado absolutamente obstruido para convertirse en un contrapeso a las pésimas políticas de Indira, gobernadora, debido a su corrupción perenne; tenemos un cuadro de Democracia Fallida* pleno, que empeora las cosas en lugar de resolverlas, a escala de toda la entidad.

Ya, a estas alturas, y al mismo ritmo con el que la Indira nos está sobre endeudando, con dos mil millones de pesos más, -cuando los once mil, 500 millones de Peralta no han sido aclarados-, la deuda del gobierno estatal se sitúa en casi 14 mil mdp; la última encuesta de Consulta Mitofsky, la casa encuestadora más prestigiada de América Latina, 08, 02, 022, sitúa a Indira Vizcaíno como la cuarta peor gobernadora de todo México, con casi 60 por ciento de rechazo y desaprobación de todos los colimenses de razón.

Una semana antes, la misma casa Mitofsky, situaba a Indira Vizcaíno como la quinta peor gobernadora de México respecto al manejo del Covid 19.
¿Aguantaremos entonces seis años más de incompetencia, despotismo y frivolidad de nuestra primera mandataria, estatal?

Carlos Ramiro Vargas. Todos los Derechos Reservados.
Once de febrero, 2022. Stockholm, Sweden.

Comment here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.