Opinión

“Violencia en espiral y contra universitarios”

PARACAÍDAS 

Rogelio Guedea 

Pese la mayor presencia de elementos del ejército en nuestra entidad, la lista diaria de homicidios dolosos a lo largo de nuestro territorio  no se detiene. Pareciera que a mayor presencia del ejército y de elementos de seguridad pública, mayor también la incidencia delictiva y el terror social que esto genera, lo que indica que la estrategia de seguridad todavía necesita sensibles reajustes a fin de dar mucho mejores resultados.

Una ojeada a los medios de comunicación colimenses nos dará la impresión de sólo estar leyendo la sección de policiacas y ninguna otra. Ejecutados, embolsados, desaparecidos, etcétera, son los cabezales más comunes que uno lee todos los días, sin que esto nos indique de ninguna manera una tendencia a la baja, aun cuando se ha dado recientemente el cambio del titular de Seguridad Pública en la entidad, quien todavía no presenta una estrategia clara de combate a los dos delitos en los que Colima sobresale con el primer lugar a nivel nacional: homicidio culposo y robo a casa habitación, lo anterior reconocido por el propio presidente López Obrador.

Este incremento desorbitado de la violencia en nuestra entidad, sin que se perciba una estrategia común efectiva de los tres niveles de gobierno, ha causado estragos en muchos sectores de la población, entre ellos lamentablemente en la población estudiantil. Hace no mucho fue asesinado un estudiante de la Universidad de Colima y hace unos días otro más, de apenas quince años y alumno del tercer semestre de bachillerato.

Esto es, obviamente, inadmisible, sobre todo porque también hace poco una persona vulneró la seguridad de un escuela primaria y causó estragos en la población infantil, dejando con ello una sensación de estar completamente a la deriva en temas de seguridad. Esta crisis de los cárteles ha tomado dimensiones tan preocupantes que hace unos días el gobernador de Texas firmó un decreto en donde declara a los cárteles mexicanos como terroristas extranjeros,

tal como se deberían declarar también en nuestro país, con las consecuencias que esto implicaría pues entonces aquellos que colaboren con los carteles (políticos, empresarios, etc) también serían considerados terroristas y tratados de la misma manera. Se ha trivializado tanto la violencia que ya nadie se ha preocupado en darle la dimensión tan preocupante que tiene para la sociedad actual y, sobre todo, la futura, que estará permeada completamente por ella y con el riesgo de que incluso se le institucionalice. Por eso mismo es importante que no sólo la opinión pública siga enfatizando la importancia de que se cree una estrategia integral que la contenga sino también que se unan a ello todo tipo de instituciones y organizaciones para exigir que se trabaje con más afán y resultados en la paz y tranquilidad de los colimenses, agobiados por este flagelo. No es posible continuar así.

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