Opinión

Voltear hacia la educación rural en Colima

PARACAÍDAS

 Rogelio Guedea

 En 2018 fue publicado un libro puntual y clave sobre la educación rural en nuestra entidad y las carencias (en todos los sentidos) que la subyugan. El libro, cuyo título es Educación y pobreza rural: la enseñanza en un contexto crítico, fue publicado por la Universidad de Colima y el autor es Antonio Gómez Nashiki, profesor investigador de la Facultad de Pedagogía de nuestra institución. Aunque el estudio se circunscribe a Colima, tomando la experiencia de cuatro docentes comunitarios, los cuales comparten sus experiencias propias, en realidad se podría muy bien aplicar a la realidad de todo el país.

No obstante lo anterior, circunscribirlo a nuestro estado le da todavía mayor importancia porque enfatiza lo que seguramente sigue siendo hoy en día una constante de nuestra educación rural. No quiero hacer una reseña prolija de este pertinente estudio cuanto utilizarlo mejor para advertir que los resultados que arrojó derivados de los testimonios de los docentes comunitarios entrevistados nos muestra en más de un sentido un panorama desolador con respecto a la educación rural de nuestra entidad y la necesidad de que se atienda de manera urgente por las autoridades correspondientes, sea estatal o municipales. Como he dicho, este estudio fue publicado en 2018, pero estoy seguro que la situación todavía prevalece pues he podido constatar a través de recientes testimonios de profesores rurales vivencias similares.

Mi comentario, por tanto, surge por una razón específica: que si bien es importante el esfuerzo que el gobierno del Estado está haciendo por suplir las deficiencias de, digamos, la educación urbana, y en esto incluso nuestra máxima casa de estudios ha recibido beneficios, lo cierto es que en una lógica de priorización lo más conveniente sería voltear hacia la educación rural de nuestra entidad y suplir las deficiencias que van, según los testimonios de los profesores comunitarios de Educación y pobreza ruralno sólo de lo económico o lo pedagógico, sino incluso lo sociocultural pues incluso el tema de la fatalidad individual (esto es el hecho de que no todos los estudiantes parten de las mismas oportunidades y posibilidades para estudiar) tiene un impacto profundo en este contexto educativo.

No es lo mismo un joven que vive en un medio urbano y que tiene un acceso casi natural a muchos medios (incluidos aquellos tan simples como el transporte) a uno de una comunidad rural que puede tener como gran inconveniente la difícil movilidad de su casa a la escuela. Hace poco mi mujer, apasionada del tema educativo, me mostraba un video de un maestro rural que entrevistaba a niños que habían llegado a su clase con solo una tortilla con sal en el estómago, y lo difícil que era para él intentar decidir entre proveerles comida o transmitirles conocimiento

. Sin lo primero, llegó a la conclusión, era imposible lo segundo. Es una oportunidad de oro, pues, que si el gobierno del Estado, y particularmente la gobernadora Indira, está intentando empujar hacia buen puerto el tema de la educación en nuestra entidad, la zona rural sea visiblemente priorizada, pues estoy seguro que esto marcará una impronta en el futuro inmediato.   

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