Opinión

Apuntes de una guerra que no existe.

Carlos Ramiro Vargas

Advertencia al pueblo de Colima:

La ejecución suscitada el miércoles 31 de julio en un local de comida rápida ubicado en la Plaza Galerías de Zapopan, Jalisco, de Martín Arzola Ortega, 42, alías el “Gordo” o el 53, tendrá consecuencias graves y violentas en el estado de Colima no previstas por nuestros gobernantes y políticos locales, pues como sucede en la economía política real y no inventada por nuestro pri/gobernador Ignacio Peralta, -en la cual los colimenses dependemos absolutamente de las decisiones emanadas del centro del país, aún con Morena en el Poder-; la criminalidad colimense juega un rol subalterno y dependiente en función de los fríos intereses de grandes grupos delincuenciales del vecino estado de Jalisco, pero también de los provenientes de Sinaloa o Michoacán, en brega por el control de nuestra entidad y muy especialmente del puerto de Manzanillo. Y como no hay nadie en el gobierno del estado de Colima, que informe con veracidad y profundidad de una guerra no reconocida oficialmente, pero cuyas perniciosas consecuencias la sufrimos día a día los habitantes de esta totalitarizada* Finisterre, y dado que la inmensa mayoría de la prensa impresa, electrónica en internet o radio televisiva, está absolutamente corrompida por el gobierno pri/peraltista, a los muy pocos analistas honestos y patriotas nos toca esclarecer los avatares de esta guerra incruenta que no cesa desde fines del sexenio silverista, 2007/08, agudizada en el gobierno anguianista, 2009/015, y disparada geométricamente con este inepto gobernador cuya principal promesa de campaña en el 2015, fue acabar según él, con la presencia de los grupos criminales en el estado, sucediendo sin que medie la menor autocrítica de por medio, todo lo contrario.

Es por ello, que desde las páginas electrónicas de El Observador Colimense, una excepción en el podrido ecosistema periodístico estatal, me permito poner en su justa dimensión como Antropólogo que soy, un aspecto de esta misma guerra sin cuartel que ni Andrés Manuel López Obrador, Ni su secretario de Seguridad nacional, el señor Durazo, reconocen como tal, y mucho menos en el gobierno estatal.

El caso es que más allá de la anécdota del crimen mismo, realizado físicamente por un sicario adolescente de 17 años apodado el “N” quien entró disparando directamente a la cabeza de Arzola, asesinado en medio de la confusión por uno de los guardaespaldas luego abatido, al servicio de la esposa del gobernador de Nayarit, María Luisa Aguirre de Echevarría,  allí presente, aún cuando el ataque no iba dirigido en contra de ellos; el denominado “Gordo” o 53, era ni más ni menos que el jefe de cientos de sicarios del Cártel de Jalisco Nueva Generación, CJNG, en toda la zona metropolitana de Guadalajara, región habitada por no menos de cinco millones de habitantes, y que incluye los municipios que mayor riqueza concentran en lo que es la cuarta economía del país, como son, Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco, Ixtlahuacán de los Membrillos y el Salto.

De esa magnitud era la jerarquía paramilitar del ejecutado, y quien con el mismo Nemesio Oseguera, alías el Mencho, con Erick Valencia, mejor conocido como el 85 y Carlos Aguirre Sánchez, el “Cholo”, fundaron el CJNG a raíz de la muerte de Nacho Coronel acaecida en el 2010.

Y como apuntan diversos analistas de esta guerra de guerras con sus múltiples frentes de batalla, desde ese momento la hegemonía del cártel de Sinaloa en Nayarit, Jalisco, Michoacán y Colima, empieza a disminuir como producto de esta escisión interna de la que surge el CJNG, enfrentado desde un inicio en una guerra dual, incluso con las curtidas huestes narco/paramilitares michoacanas, del entonces cártel del Milenio derivado en la Resistencia como oposición al liderazgo del Mencho, hoy por hoy, el líder narcotraficante más poderoso de América.

Esta primera guerra es la que empieza a bañar de sangre a Colima en los sexenios de Silverio Cavazos y de Mario Anguiano, ex gobernadores de Colima ya mencionados. Y es en ese periodo en el que en Colima comienzan a surgir los primeros descuartizados, descabezados, embolsados y rematados de las maneras más crueles del mundo.

Pero respecto al caso que hoy nos ocupa, el asesinato del 53 no se debe a ningún grupo enemigo externo al entorno del CJNG, sino que se genera en una fisura organizacional inherente a la cúpula del mismo CJNG, desde que en el 2017, el “Cholo” manda asesinar al responsable de las tareas contables y administrativas del CJNG, apodado el “Colombiano”, en una concurrida avenida de Puerto Vallarta, crimen que dispara las diferencias del “Mencho” tanto con el “Cholo” como con el 85, quien mantiene fuertes lazos con grupos delincuencias de la sierra michoacana limítrofe con Colima.

Es así, que desde el 2017 a la fecha se ha venido consolidando un nuevo jugador en el mapa del crimen altamente organizado en México, y ya con nombre propio a partir del 2018, llamado, Cártel Nueva Plaza, o CNP, organización responsable de la ejecución del 53 en Plaza Galerías.

Es sabido entonces, por los escasos analistas del periodismo antropológico y científico entre los que me cuento, que el CNP, cuenta con bases muy firmes en los municipios precisamente de Zapopan y Tlaquepaque, pero también en  Tonalá y Tlajomulco.

Y puesto que en la guerra real el enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo, el CNP ha tejido alianzas con la facción hegemónica del cártel de Sinaloa, que desea fervientemente recuperar su dominio sobre lo que fue alguna vez su plaza principal que no es otra que la ZMGDL, es decir, con el Mayo Zambada y los Chapitos, quienes le están proveyendo al Cholo y al 85, los experimentados líderes del CNP, -que además han importado desde Colombia a muy curtidos guerrilleros disidentes de las FARC-, de armamento pesado y todo tipo de apoyo logístico, para hacer a un lado del escenario al paradigmático CJNG, considerado como el grupo criminal más poderoso de América y enfrentado en otras dos muy crueles guerras contra los huachicoleros del CSRL de Guanajuato, y contra los Viagras michoacanos y sus asociados, -un cártel compuesto por muchos migrantes del vecino estado varios de los cuales han combatido en el ejército de los Estados Unidos en los escenarios militares de Kandahar, en Afganistán o de la infernal Faluya en Irak-. Quien sabe de cuestiones militares entenderá la magnitud de la experiencia armada de estos sicarios, que cruzan por Colima como Juan en su casa, sentando sus reales en los municipios costeros de Armería y Tecomán.

De lo que se avecina para Colima, teniendo en cuenta que la hegemonía del CJNG es muy clara en el centro y norte de nuestro enano estado, es cada vez más claro y preocupante, en la medida en que el Cártel Nueva Plaza está extendiendo la confrontación con el CJNG hacia el estado de Colima y el puerto de Manzanillo, pues apenas la semana anterior apareció por primera vez en Ciudad Guzmán una narco manta del CNP firmada por el “Cholo”, en el que advierten a la población de Zapotlán el Grande que van con todo contra los aliados del “Mencho”, en la ciudad más importante del sur de Jalisco, desde donde el CJNG irradia su influencia criminal hacia todos los municipios jaliscienses colindantes con Colima y hacia nuestra propia entidad.

Es de notar en este gris escenario, la total irresponsabilidad del gabinete de seguridad pri/peraltista, de sus medios periodísticos comprados, casi todos, empezando por el pestilente diariodecolima, así como de los lidercillos de Morena estatal incluyendo a Indira Vizcaíno Silva o Griselda Martínez, alcaldesa de Manzanillo; al sostener todos ellos que la violencia en Colima va disminuyendo, así como para  dar cuenta de los avatares de esta guerra de guerras que padecemos cada vez con mayor violencia e impunidad,  y tomar medidas adecuadas incompatibles con su desviado y deshonroso proceder político, que les impide preocuparse por el pueblo de Colima más allá de sus espurios intereses de facción, y llamar en consecuencia  al mismo presidente de México, AMLO, para que con la mayor urgencia instale a la Guardia Nacional entre nosotros, a sabiendas de la incompetencia total de las policías municipales de Colima capital o de Villa de Álvarez, con ediles surgidos del Movimiento “Ciudadano”, MC,  como Leoncio Morán o Felipe Cruz, ex/panistas de ultra/derecha, totalmente maiceados y corrompidos por el pri gobierno peraltista, o de las policías municipales de Tecomán o Armería con sus flamantes ediles morenistas, que ni con gasolina cuentan para patrullar sus territorios…

Todos los Derechos Reservados. Colima, Colima, a 5 de agosto 2019. Carlos Ramiro Vargas.

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