Pupitre al Fondo
Blanca F. Góngora
El 15 de mayo se informó que a los maestros en Colima se les dará una computadora. Empezarán con todos los maestros de educación secundaria en este próximo ciclo escolar y luego seguirán los de primaria y así hasta completar la repartición con los de preescolar. Es decir, Colima se llenará de computadoras portátiles porque a los estudiantes de secundaria también se les dio.
Programas como este dan la apariencia de que la educación en el Estado dará un giro de 360 grados y de que al tener computadora en mano todo tendrá que ir mejor y que se resolverán, por ejemplo, el rezago educativo, la deserción escolar y el aprovechamiento escolar. Pero la realidad, que siempre es más dura que las fotos y los discursos, no dejará que el milagro suceda porque las cuestiones básicas siguen sin cubrirse, entonces pasará como en las fotos, esas que vemos en las redes sociales, de casas con un frente bonito y hasta de dos pisos, pero detrás del muro (que es simulado): el vacío o el muladar.
Si bien es cierto, los alumnos y maestros necesitan acceso a computadoras como herramientas para la enseñanza-aprendizaje, pero también es cierto que las escuelas deben ser un punto prioritario de inversión y deberían de contar con centros de cómputo con equipos tanto fijos como portátiles y presupuesto para su constante mantenimiento, renovación y actualización para evitar así que se vuelvan obsoletas, se descompongan y queden como carcajo y estorbo, que espero no pase con las de los niños cuando no tengan cómo repararlas o actualizarlas.
Otra vez, en lugar de invertir en las escuelas se optó por individualizar el recurso pese a que en las escuelas no tienen ni dónde conectarlas, ni ventiladores o aires acondicionados para mitigar el calor que todas encendidas generan, ni el mueble adecuado para trabajar con ellas porque, o cabe la «compu» o cabe la libreta; es decir, no solamente es dar las computadoras, también falta invertir en facilidades para su buen uso en las escuelas.
Así pasa con las computadoras para los maestros, se merecen eso y más, no cabe duda, pero quizá si se invirtiera en centros de cómputo en las escuelas como mencioné en párrafos anteriores, con una misma inversión se verían beneficiados maestros y estudiantes (de varias generaciones). Claro que al mismo tiempo que los centros de cómputo para ser utilizados por los maestros vendría bien una reorganización en sus horas de trabajo para que todos tuvieran horas en las escuelas para planificar sus clases, elaborar materiales, revisar tareas, diseñar y calificar exámenes, tomar algún curso o taller de su área, etcétera, pues todo esto lo hacen los maestros en sus casas. Y ahora, se les darán computadoras para que sigan trabajando en sus casas en vez de darles el tiempo y el equipo para trabajar en las escuelas.
Queremos una educación de primer mundo, pero con escuelas deficientes y maestros sobreexplotados no podremos lograrla. En las escuelas de los países de primer mundo (esos que son referente, inspiración y anhelo educativo) los maestros tienen unas cuantas horas a la semana fuera de contacto de su grupo, en salones u oficinas o bibliotecas escolares construidos para ese fin en cada escuela, para que el maestro prepare ahí, con computadoras de ahí, con internet de ahí, con aire acondicionado de ahí, con tiempo de su misma jornada de ahí, todo lo que necesitará en su clase y después de su clase. Por ahora no hablo de salarios ni de número de estudiantes por maestros porque quizá eso se resolverá cuando se cumpla la prometida “revalorización del magisterio”; mientras tanto a seguir a la espera, con computadoras eso sí, pero a la espera.
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