Educación y Cultura

Por ausencia de la ética y filosofía, se confunden reglas y principios: Experto

*José Ángel Méndez Rivera, profesor de la Facultad de Derecho, impartió la videoconferencia titulada “La Ética de los valores y derechos de tercera generación”.

Como parte de la serie de Conferencias Virtuales que organiza la Facultad de Derecho como parte del Programa de Continuidad Académica de la Universidad de Colima, el profesor-investigador de este mismo plantel, José Ángel Méndez Rivera, impartió la videoconferencia titulada “La ética de los valores y derechos de tercera generación”.

Para hacer mas clara la exposición durante la primera parte de su conferencia (sobre la ética de los valores), que es la resumida en esta nota, dio un ejemplo sobre las reglas del código de bioética oficial propuesto por autoridades de Salud debido al COVID-19; “nos pusieron en una situación bastante curiosa en la que, por ausencia de la ética y filosófica, confundieron reglas y principios y establecieron una regla que llamaron ‘para la completud de vida’”.

Si una persona joven y una de la tercera edad contraen COVID-19, continuó, “y sólo se puede atender a una, este código estableció que se tendría que preferir al joven porque él tiene más tiempo de vida que completar. Lo que podría ser un principio de ponderación lo convirtieron en una regla, y eso es porque hay una confusión entre regla laboral y principio de ética”.

La diferencia entre ética y moral, señaló, es que la moral es cultural y la ética es filosófica; “la moral parte de las reglas que nos imponen la cultura, la familia, la escuela o hasta en una confesión religiosa. Mientras que la ética parte de principios filosóficos que permiten ponderar, la moral asigna reglas”.

En este sentido, profundizó, “la moral es necesaria en los primeros años de la vida. A un niño no se le puede exigir que haga ponderación de principios éticos; entonces, la moral es necesaria mientras se llega a ser una persona adulta, cuando deberíamos voltear a ver a la ética para empezar a ponderar principios y buscar el saber vivir. Éste es el tema de la ética”.

Además, indicó que se tienen que diferenciar la ética moral y la ética jurídica. La primera se justifica en principios éticos: “La mayoría de las personas se quedan en la moral y mueren en ella. A veces tratan de cumplirla; sin embargo, la vida es muy compleja y la moral nos da problemas. Tendremos que disimularla o jugar a la doble moral, exigir moral a otros y nosotros medio cumplirla. En cambio, si caminamos hacia la ética moral, tenemos mucha más capacidad de saber qué decidir en cada momento de la vida, porque tendremos principios que podemos ponderar desde la ética”.

La ética jurídica, por otro lado, dijo, “es distinta a la ética moral, pues ésta arroja convicciones y la jurídica argumentos para justificar las leyes que se legislan o las decisiones, jurisdicciones que se emiten ante problemas de los justiciables”.

Agregó que los elementos de la ética son la libertad, la justicia y la felicidad, y que es necesaria porque nuestra libertad es limitada: “La función de la ética es administrar la libertad, y como es una libertad limitada hay que optimizarla, limitarla en función de ser felices. El ser humano por naturaleza es social, no puede vivir solo, aislado, siempre va vivir en sociedad por pequeña que sea, y para poder convivir exitosamente ejerciendo esta libertad, se tiene que ser justo con los otros seres humanos, y sólo así se logrará la felicidad en la medida de lo posible”, dijo.

En este sentido, señaló que la justicia es la esencia de toda ética porque la libertad y la felicidad acompañan a la justicia: “Tales elementos conllevan más a la utopía de la ética, porque sí somos libres y felices, pero no como quisiéramos; además, podemos ser justos en la medida de lo posible para tratar de alcanzar libertad y felicidad”.

Al hablar sobre las corrientes éticas, dijo que la ética aristotélica es la madre de todas las corrientes: “Es la esencia de toda ética; reside en la naturaleza de la justicia, la prudencia, la fortaleza y en la templanza”. La ética escolástica, señaló, “se refiere a la trascendencia hacia el ser espiritualmente divino y causal bajo el principio de que el ser de materia no se extingue, sino que se transforma y da sentido a la materia que constituye la existencia de todos los seres. La ética Kantiana afirma que lo justo reside en la deidad humana, admitiendo que todos los seres humanos somos potencialmente racionales, lo que implica querer para los demás lo que yo quiera para mí”.

En la ética hegeliana, siguió, “la justicia se construye a partir de lo comunitario como síntesis dialéctica de las diversas individualidades. Y en la ética ideológica lo justo es a partir de la democracia real”.

Si revisamos desde la ética el Derecho y concretamente el Constitucional, dijo para finalizar, “nos sorprenderemos cómo este país no vive en democracia. Gracias a la ética del consenso descubrimos cómo nos falta caminar hacia la democracia. Nos hemos quedado en la democracia adjetiva de las puras elecciones; nuestros políticos todavía son los dueños de la Constitución, no los ciudadanos; los partidos definen las reglas de la Constitución, por lo tanto, estamos en una parti-democracia, no en la democracia”.

 

 

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