Opinión

El nuevo rector de la UdeC 

PARACAÍDAS 

Rogelio Guedea 

 La sucesión rectoral empezó hace escasa una semana y si algo hay que destacar de ella es la forma tan civilizada y limpia con que el rector José Eduardo Hernández la ha conducido. No ha habido sobresaltos (ni siquiera los mínimos esperados para un proceso tan complejo como éste) y los diferentes sectores universitarios han trabajado en unidad y bajo un natural y proactivo consenso. El rector Hernández Nava ha sido, como lo ha sido siempre durante su gestión, discreto y prudente, y nada se ha salido de control pues lo que ha hecho simplemente –así se percibe desde cualquier esquina-  ha sido respetar la voluntad común universitaria por encima de los beneficios particulares o de grupo, incluidos aquellos que pudieron o podrían afectar sus propios intereses.

El proceso ha sido tan estable que en menos de una semana se pudo llegar primero a la definición de la Junta de Auscultación y ahora a la decisión de quiénes conformarían la terna de rectorables, la cual quedó conformada por tres universitarios distinguidos: Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, Carlos Enrique Tene Pérez y Priscila Juliana Álvarez Gutiérrez. Estos tres universitarios cuentan con una probada trayectoria en nuestra casa de estudios y no hay quien pueda remilgarles su compromiso con la institución, quizá por ello mismo ha sido difícil para los sistemáticos adversarios de nuestra universidad lanzar sus consabidos escupitajos.

Vale la pena enfatizar algo: como puede verse, los candidatos que conforman la terna no son expatriados ni recién vestidos universitarios, lo que quiere también decir que el rector Hernández Nava y los diferentes sectores de nuestra máxima casa de estudios se aseguraron de que nadie que no fuera un universitario legítimo pudiera ser parte de este proceso, de ahí que no haya nadie que pueda atreverse a desacreditar la pertenencia institucional de los nombres que conforman la terna, quienes destacan por su probidad.

Sin embargo, de la terna será uno solo en quien recaiga el compromiso de dirigir los destinos (cada vez más complejos) de nuestra máxima casa de estudios y, sin duda, quien en este momento llega más consolidado a ello es Christian Torres Ortiz, quien en los últimos ocho años ha sido el secretario general de la institución y quien viene de una larga y consolidada trayectoria como funcionario universitario. Christian Torres Ortiz ha demostrado también, en todos estos años, compromiso y lealtad institucional. Es un hombre prudente y educado, e incluso con probada madurez política y moral, pues pese a que en la sucesión rectoral pasada quedó a un paso de convertirse en rector, eso no influyó para que traicionara sus convicciones institucionales, sino al contrario: se dio cuenta de que ser universitario era algo mucho más grande que eso y continuó sirviendo como siempre a la institución en la responsabilidad que le asignó entonces el recién nombrado rector Hernández Nava.

Christian Torres Ortiz empieza a tener ya el consenso de muchos sectores universitarios y, sin duda, eso no hará sino acreditar que llegará a esta responsabilidad no sólo con mayor legitimidad sino también con una madurez más sólida de la que tuvo hace ocho años. La Universidad de Colima no necesita otra cosa sino precisamente ser conducida así: con madurez, con prudencia, con responsabilidad, como hasta ahora. Registrarlo de esta manera nos permitirá no olvidar nunca que los tiempos por venir requerirán de un liderazgo fuerte, creativo e inteligente con el fin de que nuestra máxima casa de estudios siga imponiendo su impronta en las problemáticas sociales que a diario nos acechan.   

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