Opinión

Perfiles políticos: Rubén Álamo Jr. 

PARACAÍDAS

Rogelio Guedea

Quiero empezar diciendo que Rubén Álamo Jr. es mi amigo, y que si es mi amigo es porque es una buena persona, un buen ser humano, de otra forma no sería mi amigo, yo no tengo amigos que son malas personas, ellos creerán que son mis amigos porque yo soy una persona educada y tolerante pero bien sabrán que no soy su amigo porque la amistad verdadera es como el embarazo de doce semanas: no hay forma de que se pueda ocultar.

Precisamente porque es buena persona (y una buena persona tampoco es aquella que se deja pisotear o que está exenta de errores) es que también Rubén Álamo Jr es un buen empresario y un buen político, y es un buen político porque posee una sensibilidad y una compasión hacia los otros que no es un artificio, es genuina, como genuino es su amor por su tierra (por su puerto) y real las veces que ha querido hacer algo por él, habiéndose encontrado con mucha mugre en los alrededores que se lo ha impedido.

Esto que escribo, por tanto, no es para quedar bien con él por lo que ha hecho como político o empresario, que no es poca cosa tampoco, sino para agradecerle la amistad y enfatizar lo importante que sería que personas como él pudieran ocupar cargos de transcendencia política y de representación social en nuestra comunidad. Desde muy joven, Rubén Álamo  Jr. ha estado interesado en la política, es un empresario político, su naturaleza misma es política, por eso ha ocupado algunas posiciones importantes en el puerto. Por ejemplo, fue regidor suplente por allá por  2012, cuando su regidor titular era Alberto Medina Urgell (de la CTM), también fue dirigente del Instituto Político Empresarial (IPE), adherente del PRI, de 2010 a 2014, y de igual modo dirigente de los jóvenes de la Coparmex, también entre 2011 y 2013.

Alguna vez también fue nombrado empresario del año. Ya en el 2016 fue dirigente del PRI en Manzanillo, cargo al que renunció en 2017 para continuar con sus proyectos políticos de forma personal, luego de un paso accidentado por este instituto político, en el que lejos de proyectarlo lo usaron nada más como esgrimista de las problemáticas que ya desde entonces arrastraba el tricolor. Etcétera. Desde entonces a la fecha, Álamo Jr. no ha podido concretar un cargo de elección popular en el que se le permita demostrar lo que he descrito en líneas anteriores, lo anterior pese a que cuenta con el perfil para no quedarle a deber a nadie.

No se sabe muy bien en estos casos por qué las cosas se dan así (los tiempos de Dios en política funcionan de una manera distinta a los tiempos de Dios en las vidas personales), pero yo creo que ahora que los partidos están a la busca de perfiles sólidos, atractivos electoral y socialmente, sin gatopardismos morales ni ideológicos, pues Álamo Jr. podría ser un fichaje redentor. En cualquier caso, tampoco lo necesitaría, pues no sería uno de esos políticos que van a llenarse las bolsas de pesos malhabidos por pura necesidad de saciar sus carencias económicas. Siendo un empresario exitoso, no tendría ninguna necesidad.

En cualquier caso, esto sería más bien para renovar los renegridos cuadros o carteras que presentan los partidos en la actualidad, que pareciera que cuentan con una reducida militancia y no tienen más remedio que volver a ofrecer lo mismo de siempre, o peor que eso. Colima, y sobre todo el puerto de Manzanillo, necesita liderazgos legítimos, como el del mismo Rubén Álamo Jr., no falsos profetas que van por las calles de agoreros de cambios que, en realidad, lo saben ellos y lo sabe todo el mundo, nunca llegarán a cristalizar. 

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