Opinión

Si el PRI cede a presiones del presidente, será el final de su existencia

FACETAS DE MÉXICO

Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo

*Sobrevive gracias al voto del electorado en las pasadas elecciones del 6 de junio

*Litigios podrían alcanzar valores que superan los 80 mil millones de dólares

*La Indemnización costaría 15 veces más de lo que se pagó por cancelar el Aeropuerto que se edificaba en Texcoco

Si el Partido Revolucionario Institucional acepta las provocaciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador para unirse a Morena en su propuesta de nueva Reforma Eléctrica, la sentencia para el PRI, junto con su Comité Ejecutivo Nacional, diputados y senadores que ahora mismo forman parte del Congreso de la Unión, sería la de llevarlos al cadalso, por traicionar sus documentos básicos y por obedecer mandatos de un partido contrario a su ideología y estrategia política.

La arenga de hace unos días de López Obrador, en una de sus recurrentes pláticas mañaneras, de recordar la memoria de los presidentes Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos –uno del Partido de la Revolución Mexicana, antecedente del PRI y otro de este partido, quienes expropiaron en su momento las industrias del petróleo y la electricidad (una en 1938 y la otra en 1962)—dio la impresión de “echar en cara” a los priistas que dos de sus miembros distinguidos habían tomado la decisión de expropiar esas empresas. Ahora toca reformar la industria eléctrica.

Lo que siguió a la declaración de esas expropiaciones, fue el reconocimiento por parte del gobierno, de indemnizar a las empresas y organismos empresariales afectados. Se cubrieron deudas e inversiones particulares, sin amenazas de reclamos por parte de gobiernos en defensa de sus ciudadanos y de sus intereses.

Ahora se repite el escenario con la Reforma Energética. La propuesta del Presidente López Obrador es en el sentido de que, el 54 por ciento de la industria eléctrica sea propiedad del Gobierno Federal, y el 46 por ciento restante a inversiones del sector privado, con la diferencia de que el partido del Presidente, Morena, no le alcanza el número de legisladores para dar vía libre a esa reforma en la Cámara de Diputados.

Para el jefe del Ejecutivo, no hay problema –ya lo había advertido después de las elecciones intermedias, en junio de este año. Si no alcanzaba Morena la cantidad de diputados para aprobar sus iniciativas de reformas, “allí estaban las alianzas con el PRI o con otros partidos”. De aceptar el PRI, sería una traición a sus documentos básicos, a sus seguidores y a los sectores que lo integran.

Hay que recordarle al señor Presidente de México, que ahora son otros tiempos. La industria petrolera se expropió hace 83 años, y la eléctrica hace 59 años. En esas épocas, no había tratados de libre comercio ni las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, eran cuantiosas; es decir, no había compromisos trascendentales con gobiernos de otros países ni contratos millonarios por indemnizar.

Sin embargo, la sola idea de que el PRI aceptara incorporarse a las filas del partido del presidente, por “unas cuantas monedas”, debe interpretarse como una terrible traición a los mexicanos, no sólo a la Patria, que ahora está amenazada por la inconsciencia de un presidente a quien le da lo mismo “pedir una enchilada callejera por cinco pesos”, que decidir la cancelación de un aeropuerto internacional, que costó a los mexicanos 110 mil millones de pesos por indemnizaciones a particulares.

Existe una conciencia clara en la gran mayoría de mexicanos, sobre la necesidad de cambiar el uso de las materias primas fósiles para producir electricidad. El combustóleo y el carbón mineral que utiliza el proceso de producción de energía eléctrica en la actualidad, son los elementos más contaminantes, caros y riesgosos, en un marco mundial que tiende a combatir la degradación del medio ambiente en todos y cada uno de los países. El cambio a las energías limpias, no existe en la agenda para los próximos tres años que quedan para que este gobierno concluya su gestión azarosa.

Hay que señalar que el actual gobierno tiene una tendencia hacia el enfrentamiento entre los sectores que integran la sociedad mexicana. Ya “echó a pelear” a los partidos que hace unos meses formaron una alianza con miras a las elecciones realizadas en junio de 2021. La unión entre tres partidos, evitó que el gobierno y el Congreso se convirtieran en “dictadura”. Así de sencillo.

Los dirigentes del PAN y PRD reclaman al PRI que respete el compromiso de esa alianza. El dirigente Alejandro Moreno, del PRI, responde que su partido “no responde a presiones”, y que, para tomar una decisión en el sentido favorable a la propuesta presidencial, no tiene prisa. Cree que se trata de “un juego de canicas”.

Se equivoca Alejandro Moreno, el PRI tiene que respetar la voluntad del pueblo que le dio un voto de confianza en las pasadas elecciones de junio, de otra forma este instituto político ya habría desaparecido

Por otra parte, algunos medios de información, empresarios, intelectuales, han empezado a hacer la “evaluación de daños” que podría derivar de la Reforma Energética propuesta por AMLO. En principio, habría un reclamo enérgico de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, por la violación de estatutos del Tratado de Libre Comercio, denominado ahora “T-MEC”.

Simplemente los litigios podrían alcanzar valores que superan los 80 mil millones de dólares, aparte de las indemnizaciones a inversionistas. Este es el reto que tendrá que enfrentar un gobierno que ha mostrado ser titubeante en la conducción social, económica y política de un país que necesita de hombres y mujeres valientes y preparados, si queremos ser parte de una comunidad de naciones de primer mundo.

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