Opinión

Ovidio. Implicaciones político/militares.

Carlos Ramiro Vargas

La detención de Ovidio Guzmán López, acaecida durante la madrugada del 5 del mes en curso, exigió la participación de 800 militares de élite, a 45 kilómetros de Culiacán en el municipio rural de Jesús María, y el operativo iniciado a las 4 de la madrugada para su captura no fue una empresa fácil, pues en la batalla real suscitada murieron 10 militares, entre ellos un Coronel de nombre Juan José Moreno Urzúa, y 35 quedaron gravemente heridos, por 19 sicarios abatidos.

De los 53 vehículos que conformaban el convoy y primer círculo de protección de Ovidio, 27 eran blindados, -40 de los cuales quedaron destrozados-, desde los cuales se ofreció una férrea resistencia a las fuerzas federales que les exigieron el alto.

Tanto fue así, que el cuerpo combinado de fuerzas especiales del ejército mexicano, la marina armada de México y la Guardia Nacional, se vieron obligados a utilizar a modo de refuerzo a dos helicópteros artillados de combate, Black Hawk, de manufactura estadounidense, desde los cuales y sólo así, -por la enorme potencia de fuego de estas aeronaves-, se pudo hacer retroceder al grupo de protección de Ovidio Guzmán, al cual, y desde el lugar de la batalla fue extraído del lugar y llevado vía aérea al campo militar número uno, y desde ahí, al penal del Altiplano, en el estado de México.

La batalla, utilizando las más potentes armas por parte de ambos bandos, como Barret .50 y ametralladoras de calibre 50 y .72, del lado de los sicarios, se prolongó por doce horas más y durante todo el día, el estado de Sinaloa fue sellado por el ejército de los Chapitos, también conocido como el cártel de los Menores.

En su informe de los hechos, el secretario de Defensa Nacional, Sedena, el General, Luís Crescencio Sandoval, apuntó que durante los últimos seis meses labores de inteligencia llevados a cabo por la Sedena, permitieron la realización de esta captura.

Lo que sin embargo, deja entrever que en los dos años y medio previos, desde octubre del 2019 en que Ovidio no pudo ser aprehendido, el gobierno federal no hizo nada por capturar al ya famoso hijo del Chapo Guzmán.

Ello, y las visitas a Badiraguato, Sinaloa, así como las deferencias de AMLO, presidente, hacia la madre del Chapo Guzmán, facilitaron la creencia de que desde la presidencia de la República se había establecido una subrepticia alianza con el cártel de Sinaloa. CDS.

Así entonces, analistas políticos como Raymundo Riva Palacio, entre los más destacados, lograron documentar que dicha alianza no sólo implicaba una actitud de indolencia policiaca/militar de parte del gobierno federal, hacia el CDS, y en especial hacia la facción de los Chapitos.

Mientras las baterías del ejército se enfocaban principalmente hacia los miembros del CJNG, no obstante que lo “menchos” habían sido un factor clave y aliado del gobierno federal, para liberar y derrotar en el estado de Michoacán, al muy surrealista cártel de los Caballeros Templarios. En el sexenio de Peña Nieto.

Y en medio de todos los comentaristas nacionales, y sus artículos derivados de la aprehensión definitiva de Ovidio Guzmán, hace unas horas, ninguno ha hecho alusión al innegable hecho de que en las elecciones sinaloenses del 2021, el cártel de los Menores con Iván Archivaldo Guzmán a la cabeza, apoyó con todo a Morena partido y a su presidente, Mario Delgado Carrillo, para que el candidato de López Obrador a la gubernatura, Rubén Rocha Moya, obtuviera el 56.60 por ciento de los votos, contra el 32.48 por ciento del candidato del PRI, Mario Zamora Gastelúm.

Recordando que en esa coyuntura, Quirino Ordaz Coppel, ex mandatario sinaloense del 2016 al 021, había realizado una muy buena labor al frente de su gobierno, y era considerado como uno de los tres mejores gobernadores de todo México.

El cuál, rindió plaza a favor de Morena y en coordinación con Mario Delgado Carrillo, y con los Chapitos, dio su anuencia para que éstos reventaran casas de estrategas electorales y mapaches priístas, los retuvieran durante el día de las elecciones, y así facilitar el triunfo de Rubén Rocha Moya en la gubernatura del estado.

El premio a esa labor, fue la embajada de México en España, para Quirino Ordaz Coppel, y una tregua unilateral del gobierno federal hacia el CDS y la facción de los Menores.

Hoy, esta tregua y alianza política de AMLO presidente, con el cártel más poderoso del mundo, así considerado por la DEA y agencias de seguridad estadounidenses, está rota.

Pues la detención de Ovidio ha sido considerada como un acto de máxima traición por parte del CDS, de quien se ostenta como el máximo Tlatoani presidencial de las últimas décadas.

Y de ahora en adelante, con toda su experiencia acumulada, con la enorme capacidad de aprendizaje político/militar que el CDS ha mostrado a lo largo de su historia, con su poderosa capacidad financiera y conocimiento profundo de México, y los mismos Estados Unidos, lo más probable es que de aquí en adelante se desarrolle una guerra de guerrillas nunca vista en el México moderno, donde los objetivos centrales serán el primer círculo de AMLO presidente, sus aliados y sus principales candidatos a obtener la presidencia para el inminente 2024 que se avecina.

Y como en toda guerra, el enemigo de mis enemigos es mi amigo, tal y como lo sostuvo el creador del ejército popular chino, Mao Dze Dong, no sería nada improbable que se suscitara una alianza fáctica entre el CDS y el CJNG.

Hasta hace unas horas impensable.

En semejante entorno, las palabras de la señora Rosa Icela Rodríguez, cuando habla de que desde el gobierno federal lo que se pretende es construir la paz, suenan a huecas, dado que para empezar no se puede construir un proceso de paz sino se reconoce el estado de guerra real, hobbesiana, que los mexicanos estamos padeciendo desde el sexenio de Vicente Fox a la fecha.

Negación de la realidad llevada a cabo sistemáticamente por AMLO presidente y su gabinete, como parte de su discurso en temas de seguridad y violencia criminal. Y su propia autolegitimación.

Una guerra cruenta que nada más en estos cuatro años de AMLO y Morena en el poder, representa más de 140 mil ejecutados, miles de desaparecidos y fosas comunes, por doquier, a lo largo y ancho del país; mientras AMLO presidente mentirosa y cínicamente  insiste en que esta vorágine de guerra inclemente va disminuyendo, tal y como en el estado de Colima, lo replica nuestra muy incongruente, Indira Vizcaíno, gobernadora.

Considerando que el CDS cuenta en Colima con células muy avitualladas tanto en el centro del estado como en el puerto de Manzanillo, desde hace por lo menos 40 años, o desde el sexenio de Elías Zamora Verduzco, al frente de nuestra entidad.

Ojalá que de aquí en adelante, la DEA y el sector duro del gobierno estadounidense así como los halcones del partido republicano, le sirvan de algo a Morena y al mismo AMLO, presidente, quien se vio forzado a la aprehensión de Ovidio Guzmán sin duda alguna, presionado por el hartazgo de la administración Biden hacia la indolencia manifiesta del gobierno mexicano y AMLO, hacia la actividad criminal de los cárteles mexicanos.

Carlos Ramiro Vargas. Todos los Derechos Reservados. Stockholm, Sweden, a 6 de enero, 2023.

 

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