Educación y Cultura

Enseñan cómo disminuir dolor sin fármacos ni métodos invasivos

*Benjamín Domínguez, experto de la UNAM, impartió una conferencia sobre el dolor crónico en la UdeC.

A nivel mundial, del 25 al 29 por ciento de la población padece algún dolor crónico, mientras que en México se estima que 28 millones de personas viven con este tipo de dolor, y son las mujeres y adultos mayores los más afectados.

Pero ¿qué es el dolor crónico y por qué se produce? De acuerdo con Benjamín Domínguez Trejo, profesor investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, “es un cuadro complejo incapacitante y costoso para las personas y las familias que lo sufren, pues pueden presentarse incluso complicaciones emocionales y cognoscitivas”.

Durante su conferencia “Dolor crónico y termografía”, que impartió en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Colima, el investigador explicó que el dolor crónico es persistente en intensidad por más de tres meses y produce algunos cambios como calor y rubor y, aunque para controlarlo los médicos dan distintos tipos de fármacos, no hay alguna pastilla que sea efectiva en un cien por ciento.

De lo anterior se deriva la importancia de encontrar terapias no invasivas y no farmacológicas para ayudar a las personas con dolor crónico, “como la que se ha desarrollado los últimos 30 años en la Facultad de Psicología de la UNAM, la cual trabaja con el Centro Médico ‘20 de Noviembre’ del ISSSTE en los servicios de la Clínica del Dolor, de Oncología y de Endoscopía y que hasta el momento ha sido fructífera”, dijo.

Dicha terapia consiste en la medición de calor, ya que cuando una persona tiene dolor “en la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo se incrementan el ritmo de la respiración y la presión arterial; asimismo, la temperatura periférica que se produce en manos, pies, orejas y nariz es muy diferente, es decir, es fría. Lo que buscamos con esta terapia es, una vez identificado el nivel de dolor, aplicar algunas actividades para modular el dolor crónico y que el paciente pueda vivir con cierta calidad de vida”.

Sin embargo, continuó el experto, “la experiencia no ha sido fácil, pues el dolor se puede presentar de distintas formas en cada paciente y la medición debe ser exacta para diagnosticarse como crónico. Nos encontramos con pacientes que tienen un tumor en el cuello y nos dicen que se sienten bien, con ánimo para seguir trabajando, y otros aseguran que tienen clavada una espina y piden incapacidad; también tenemos el dolor fantasma, es decir, sienten dolor en una parte anatómica que ya no tienen”.

En países con más recursos, comentó Domínguez Trejo, se realizan estudios en el cerebro para saber cuáles son las áreas que se activan durante el dolor; sin embargo, en México esto aún no es posible, por ello, tras probar varias técnicas optaron por la cámara de termografía, diseñada por investigadores de las áreas de Robótica y Mecatrónica de la UNAM, la cual mide la temperatura periférica.

“Encontramos que en la nariz se reflejan mejor los cambios de temperatura, porque no sólo aumenta o disminuye el calor, sino que va cambiando; entonces, a los pacientes les pedimos que hagan ejercicios de relajación mientras hacemos mediciones para ver si éstos en verdad sirven. Cada día estamos más seguros de que los cambios están relacionados con el alivio del dolor”, agregó.

El objetivo de la investigación que se realiza en la UNAM, dijo, “es observar cómo a través de estos ejercicios de relajación la temperatura de los pacientes cambia, lo que corrobora que la actividad psicológica puede implementarse para ayudar a calmar el dolor crónico y que el paciente puede hacerlo sin necesidad del fármaco”.

“Los resultados y seguimiento a seis, doce meses y después del año, han mostrado que la intensidad del dolor disminuye después del tratamiento, así como la depresión y la ansiedad; los pacientes desarrollan lo que llamamos autoeficacia ante el dolor, y donde los cambios se producen sin la utilización de fármacos”, enunció.

Por último, Benjamín Domínguez Trejo adelantó que, en los próximos dos años, en la UNAM, se desarrollarán unos parches que funcionan con energía solar para medir la temperatura.

 

 

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