Opinión

“Transformar la educación, con lectura”

PARACAÍDAS 

Rogelio Guedea

Ayer se aprobó la nueva reforma educativa en la Cámara de Diputados, con 381 votos a favor, 79 en contra y con 2 abstenciones. Se impuso la mayoría morenista y con esto se consiguió abrogar la reforma educativa propuesta en la administración de Peña Nieto, la cual había implementado un plan de evaluación que no había dejado para nada satisfecho al magisterio y que ésta nueva reforma lo cancela, una de las resoluciones más relevantes de esta nueva reforma.

Como es de esperarse,  la discusión se polarizó entre aquellos que se oponían a esta Reforma (esencialmente la oposición lopezobradorista más aguerrida: el PAN) y aquellos que la avalaban (el grupo morenista de filiación lopezobradorista). Unos y otros expusieron sus razones con respecto a una reforma que, en el fondo, no parece que vaya a resolver el problema de la educación en nuestro país, aunque todavía habría que esperar los aspectos que constituirán el modelo educativo que acompañará este nuevo cambio, en el cual se anunció ya la inclusión del civismo en la curricula.

La oposición advierte que esta reforma promueve la venta de plazas, una práctica que ha sido un cáncer para nuestro sistema educativo, sin embargo los promotores de la reforma ven como un gran logro (que lo es) proteger al maestro de un programa de evaluación que era más bien persecutorio y hostigante.

Entiendo que la base de esta nueva reforma educativa es proteger tanto a maestros como alumnos y además asegurar que las condiciones con que esta educación se imparte (infraestructura, recursos y materiales educativos, etc) sean los óptimos, pero también es cierto que no se ha hablado de un ámbito que es toral para la formación integral de la sociedad y que transforma las culturas: la lectura.

Un programa de lectura que fuera también parte inmanente de esta reforma y que estuviera integrado a la curricula, como una materia más o parte de la propia materia de español, sería realmente revolucionario para nuestro sistema nacional. No festivales de lectura, tampoco bibliotecas escolares desligadas de la curricula, menos talleres de lectura, nada de eso funciona como tener un programa de lectura eje de la curricula escolar, con maestros capacitados obviamente para llevarlo a cabo.

 La lectura es lo que marca la diferencia entre una sociedad civilizada y una barbárica, y mientras no se forme este hábito desde la infancia y desde la escuela, porque sabemos que no siempre hay condiciones óptimas en los hogares, entonces seguiremos construyendo sociedades civilizadamente a medias, acentuando las diferencias entre clases sociales e impidiendo el diálogo real entre los diferentes sectores de la sociedad. Una sociedad en donde sólo las clases privilegiadas podrán tener acceso a la buena educación.

Espero realmente que con el énfasis que le está dando este nuevo gobierno a la lectura y al libro, nuestra nueva reforma educativa no olvide este ámbito tan importante para el desarrollo de la sociedad. Si no se pone el énfasis en esto, no habrá reforma educativa que pueda revolucionar y, por extensión, revolucionarnos.

 

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