Opinión

Bueno El Malo

PARACAÍDAS

Rogelio Guedea

La cuarta transformación en Colima va y va imparable: el alcalde de Armería, Salvador Bueno Arceo, tras una acalorada discusión este pasado 10 de julio terminó golpeando a su mujer, Silva Saucedo Rivera, ni más ni menos que con la cacha de su pistola. La esposa del alcalde tuvo que ser atendida en una clínica de Tecomán y luego presentó una denuncia ante el Ministerio Público del mismo municipio de Armería.

El agente del Ministerio Público giró, por tanto, un oficio al director de Seguridad Pública de esa misma demarcación, un subordinado del propio alcalde, para que se le brinde a la agredida la protección debida, que consiste en custodiar su domicilio para evitar que se le vuelva a golpear, además  de estar atentos a cualquier llamado de la víctima, todo lo cual quedó registrado bajo la correspondiente carpeta de investigación que se sigue ahora en contra del alcalde Salvador Bueno Arceo.

Este acontecimiento que podría pasar como un hecho futil en realidad puede dar pie a una profunda reflexión sobre la llamada cuarta transformación colimense, si tomamos en cuenta que el alcalde es de filiación morenista y se supone que ello mismo conllevaría un cambio de realidad no sólo en la forma de gobernar sino, sobre todo, en la forma de comportarse en tu vida privada, pues en el fondo es en la transformación moral en la que realmente se vería el cambio de la forma de hacer política de la cuarta transformación. Si no hay moral en la política entonces se perpetuarán los mismos males que esto ha acarreado siempre: corrupción, impunidad, etcétera.

La conducta del alcalde de Armería supone, por tanto, que en esencia no ha cambiado absolutamente nada ni la esencia del político ni, por tanto, la forma de gobernar del mismo, lo que convierte a la propaganda de la “cuarta transformación”, por lo menos en Colima, en eso mismo: simple propaganda, simple demagogia, una engañifa que no creo que vaya a durar mucho en la conciencia colectiva, que pronto se sentirá defraudada.

El punto clave aquí es que la propuesta política Morenista nos vendió la idea de que su clase política sería distinta a la priista y panista, a la verdecologista y aliancista, etcétera, serían la ¡cuarta transformación!, cuando en realidad no sólo no ha sido así sino que muchos han resultado peores, peores porque, aparte de corruptos, resultaron también muy ineptos, y ahora hasta ¡golpeadores!

Si el alcalde de Armería golpeó a su mujer dándole un cachazo con su pistola, ¿tendrá de aquí en adelante autoridad para exigir la no violencia de género en su municipio y lamentar los crímenes que viene padeciendo esta localidad en los últimos meses, los cuales han cobrado la vida de algunos de sus propios servidores públicos?

La cuarta transformación no debe reducirse, como dije, a un mero lema propagandístico o demagógico, debería tomarse como un asunto serio y aprovecharse la ocasión para llevar a cabo un cambio radical de moral y de conciencia y una verdadera forma nueva de hacer política y de conducirnos en nuestra vida privada, quitándonos esa excusa embustera de que nada tiene que ver mi vida privada con la pública, por lo tanto yo voy a salir a decir en público que repruebo la violencia en contra de las mujeres mientras en lo privado le voy a golpear a mi mujer con la cacha de mi pistola. Vaya patraña.

Por lo pronto, esperemos que esas mujeres morenistas de avanzada de la cuarta transformación colimense no sólo salgan en defensa de la esposa del alcalde Bueno, sino también promuevan una autocrítica rigurosa sobre la situación de Morena y la actuación de sus servidores públicos en nuestra localidad, única forma en que realmente podrán convertirse en un movimiento atractivo social y electoralmente.

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