Opinión

Ovidio y sus Implicaciones

Carlos Ramiro Vargas

El operativo fallido con el que se quiso detener a Ovidio Guzmán López, máximo responsable del Cártel de Sinaloa para coordinar el procesamiento de efedrina y fentanilo en los muchos laboratorios que para producir drogas de diseño tiene el también llamado cártel del Pacífico en medio país, -llevado a cabo apenas el 17 de octubre pasado del año que corre-, tuvo y tiene serias implicaciones tanto inmediatas como a mediano plazo, que prácticamente ningún comentócrata de los medios de difusión por todos conocidos ha registrado y mucho menos ponderado, en el complejo escenario de la guerra de múltiples guerras sin nombre que asolan a esta de por sí desangrada nación. Pero para abordarlos con claridad, es necesario entender qué pasó en las elecciones en Sinaloa en el verano anterior del 2018, así como no perder de vista los acercamientos que se han ido generando entre el mismo Chapo Guzmán mediante la familia Guzmán Loaera durante el largo proceso judicial que le ha seguido una corte judicial en el estado de New York, durante el 2018 y parte del 2019; acercamientos en los que la familia pidió la intervención del presidente López Obrador para aminorar la pena de Joaquín Guzmán, sobre todo a raíz de que el mismo Chapo pidió que toda su fortuna visible equivalente a 14 mil millones de dólares, o 280 mil millones de pesos, sea invertida toda en la mejoría de la calidad de vida y la economía de las zonas indígenas mexicanas, -unos quince millones de compatriotas-.

Algo nunca visto en el país, cuando históricamente lo dedicado en el presupuesto federal a los grupos étnicos originarios no pasa de los 500 millones de dólares por año, pobres entre los pobres y marginados al extremo, con todo y que López Obrador eso sí, ya pidió que España se disculpe por la conquista que los antepasados ibéricos llevaron a cabo en la milenaria Mesoamérica.

Así las cosas, un factor más de empatía producido entre el Cártel sinaloense y el actual presidente de México, se dio precisamente en las elecciones del 2018, donde mayoritariamente el pueblo culiche otorgó un triunfo inobjetable a Andrés Manuel y a su partido Morena en los principales municipios sinaloenses, como son Culiacán o Mazatlán, entre otros.

Vale apuntar al respecto, que tras la enorme traición ejecutada por Enrique Peña Nieto, en su calidad de presidente mexicano, al Cártel de Sinaloa, con la aprehensión del Chapo Guzmán con participación de la DEA estadounidense para extraditarlo al vecino del norte, los miembros de este grupo criminal y sobre todo su cuerpo dirigente, vieron con simpatía real a la figura de Andrés Manuel a quien la plebe, -la tropa del Cártel-, de la organización, le denominaba el “viejito”, de tal modo y como nunca  se había visto en Sinaloa en los últimos 80 años, el partido Morena obtenía 439, 046 votos totales en el estado, el 35 por ciento del total; más los votos del PT, 44 mil, 026, o 3.48 por ciento, y los del PES, 20 mil, 294, o 1.59 por ciento, o un poco más de medio millón de votos o 40 por ciento de las papeletas totales; frente a los 410 mil de la Coalición compuesta por el PRI, PVEM y Panal, y los 132 mil, 845 votos logrados por el PAN.

Recordemos que fue mucho el dinero, se habla de 200 millones de dólares, con los que el Cártel apoyó a la campaña presidencial de Peña Nieto en el 2012.

Estos tres factores pesaron sin duda, a la hora en que López Obrador presidente, decidió liberar y otorgar un salvoconducto para que Ovidio Guzmán pudiera ser retirado de la casa en las que había sido atrapado, para replegarse junto con su familia a algún lugar seguro en las escarpadas sierras de Durango, Chihuahua o Sinaloa.

La implicación primera de todos estos acontecimientos, y muy significativa en medio de la guerra sin nombre que padecemos, es que la liberación de Ovidio de una orden de Extradición estadounidense, -que no es cualquier cosa y menos en la era Trump-, unificó a todas las facciones internas del Cártel de Sinaloa, en un momento en el que había sufrido duros golpes y parecía dividido y desmoralizado.

Prefigurando a Archivaldo Guzmán como el posible sucesor del Mayo Zambada, quien desde Mazatlán y zonas bajo su control envió a grupos de élite paramilitar en auxilio de Ovidio, mientras que desde Badiraguato bajaban a Culiacán no menos de 120 vehículos incluyendo a gente del Guano, repletos de sicarios armados para enfrentar la situación. Semejante recuperación del Cártel en su moral, sin embargo, se dará en un contexto en el que la hoy tercera agrupación criminal más relevante del orbe, y que controla el 35 por ciento del mercado estadounidense de consumo de drogas, está considerando al presidente Andrés Manuel, no como un enemigo absoluto y tampoco necesariamente un aliado, pero Sí como una mano amiga que supo extender su apoyo en un momento crucial para la organización, y así evitar la Extradición de Ovidio a los Estados Unidos, quien por cierto, fue el cerebro de la espectacular fuga de su padre del penal del Altiplano. Esta diferencia cualitativa correctamente interpretada y valorada, puede marcar una diferencia enorme en el combate a la criminalidad desbocada en toda la nación, pues no se trata de un acuerdo innombrable como los hubo en el pasado con todos los ex presidentes mexicanos, siempre y cuando se vayan estableciendo mecanismos transparentes para lograr un Acuerdo de pacificación urgente y necesario que tenga como referente obligado, a los negociaciones de Paz llevadas a cabo en Colombia, junto con el desarrollo de un Concepto Integral de Justicia Transicional, ausentes inexplicablemente en la retórica y práctica por parte del Gabinete de Seguridad del actual gobierno de la República.

Para cerrar esta primera parte de mi análisis, y como muy bien plasmó el Cártel de Sinaloa en su comunicado de ayer, 23 de octubre, en el que le agradece a Andrés Manuel, presidente, la liberación de Ovidio, es obvio que Durazo debe de renunciar como secretario de Seguridad Nacional, por su gigantesca  incompetencia e irresponsabilidad al poner en riesgo a miles de vidas en la ciudad de Culiacán, hace justamente siete días…

Carlos Ramiro Vargas. Todos los Derechos Reservados. 24 de octubre, 2019. Jalisco. MX.

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