PARACAÍDAS
Rogelio Guedea
Me va a disculpar la historia de mi estado, me van a disculpar todos los que quieren venderle a la ciudadanía una idea equivocada del futuro de la historia de mi estado, pero tengo que decirlo: Indira Vizcaíno es la candidata de la continuidad del Régimen, así que todos aquellos que piensan en Indira Vizcaino como la depositaria de la ruptura con la actual gestión priista y del cambio verdadero para Colima se equivocan por los cuatro costados, pues no hará sino representar la continuidad del Régimen del que también forma parte esta gestión, pero llevándolo hasta sus más destructivas consecuencias.
Los que no quieran que eso suceda tendrán que hacerlo patente en las próximas votaciones y quitarse el velo que les han puesto sobre los ojos. La propia Indira Vizcaino esconde (quizá sin saberlo) esa verdad y la hace notar cada que tiene que enfrentar al Régimen, esa especie de superestructura (pero no la marxista, sino simplemente la marítima) cuya omnisciencia e omnipotencia está por encima de ella misma aunque en ella persevere.
Porque el Régimen no es una ideología, es una manera de ser. Las razones de esta afirmación son muy sencillas, y son prácticamente de simple memoria histórica: Indira Vizcaíno fue un factor importante (importante a secas) para la llegada del mandatario estatal Nacho Peralta a la gubernatura (esto es para la continuidad del Régimen) pues operó a través del priista Rogelio Rueda en aquellas elecciones en favor de la actual administración, todo lo cual fue debidamente documentado en los medios y denunciado por no pocos actores políticos, y por eso a la llegada del gobernador Nacho Peralta al poder éste la afilió oficialmente al Régimen al integrarla a su gabinete y cederle un coto de poder del mismo a través de una secretaría de Estado, en la cual en realidad Indira Vizcaíno no hizo nada sobresaliente.
Pese a que vino posteriormente su salida con apariencia de rompimiento de la gestión nachoperaltista, ésta fue una salida del gabinete pero nunca del Régimen, pues en realidad su lazo con el priismo local a través de Rogelio Rueda en el Congreso y su influencia con la bancada morenista fueron otro factor importante para que la operatividad y sobrevivencia del Régimen no se descarrilara y la administración del Ejecutivo estatal, incluido su componente más complejo (el financiero), no se fuera de bruces, lo que ocasionó que Indira Vizcaíno gozara de una importante impunidad ante todas las acusaciones de corrupción que la perseguían y aún la persiguen, todo lo cual está también debidamente documentado en los archivos de la hemeroteca local.
Y con respecto a Rogelio Rueda, hay que decir simplemente que siendo parte del Régimen (el cual tiene cientos de invisibles tentáculos) hasta una notaria pública le fue otorgada por sus servicios, cuando su reputación de corrupto y deshonesto hubieran sido pretextos suficientes para negársela. Por si lo anterior no fuera poco, los astros de Régimen fraguaron en favor de Indira Vizcaino para convertirla en la candidata de Morena a la gubernatura de Colima. En esta operación tuvo un lugar protagónico el líder nacional de Morena, Mario Delgado, curiosamente un cercano amigo del gobernador Nacho Peralta y además cercano familiarmente al Régimen, a cuya hermana de este último el mandatario le concedió también una secretaria de estado, la de Salud.
Que el líder nacional de Morena tenga una hermana como secretaria de estado en un gobierno priista y que a su vez su partido (Morena) tenga como candidata a Indira Vizcaíno, parte central del Régimen desde hace ya bastante tiempo, no es para nada una casualidad, sobre todo porque este conciliábulo no habría sido posible con, por ejemplo, una candidata como Claudia Yañez, completamente antípoda al proyecto de continuidad del Régimen colimense. Por eso, aquellos que tienen la teoría de que todos los candidatos, con excepción de Indira Vizcaíno, representan la continuidad del Régimen se equivocan por los cuatro costados, o se equivocan a medias, pues quien sí lo representa por antonomasia es Indira Vizcaíno, de manera que, vaya paradoja, los que han satanizado a la administración de Nacho Peralta como la peor de la historia son los mismos que están impulsando el proyecto político de quien será la continuidad del mencionado Régimen, que no cambiará.
El asunto es tan pero tan complejo que incluso podemos decir que así como el gobernador Nacho Peralta (parte del Régimen) puede no saber que Indira Vizcaíno es su verdadera candidata en estas elecciones, Indira Vizcaino (del Régimen también) puede tampoco saber que lo único que hará no es sino darle continuidad a esa superestructura de la que se jacta de estar tan lejana, pero a la que está unida por un largo cordón umbilical (y sentimental) priista. Esto es lo mismo que sucede con el presidente López Obrador: que es un priista que se siente morenista y que, por tanto, actúa como un conservador que se asume progresista, sin ser
lo uno ni lo otro. Esto es que nunca dejó de ser parte del Régimen. La administración de López Obrador es la continuidad del Régimen aunque, pues, ni él mismo lo sepa o quiera aceptarlo, tal como quizá el propio gobernador Nacho Peralta no quiera aceptar que Indira Vizcaino es su candidata o, mejor aún, no sepa que es la continuidad paradigmática del Régimen. Así como está claro que muchos personajes de la Historia no saben que son movidos por ésta (por la Historia) y no a la inversa, asimismo el pasado reciente nos deja claro que la candidata de Morena-Nueva Alianza no representará ningún cambio verdadero en ningún sentido, ni siquiera en la parte más trivial de una administración gubernamental, pues ni ella ni sus coristas más visibles (entre ellos Vladimir Parra, la novísima generación del Régimen) tienen la formación, el conocimiento y la habilidad para enfrentar una súpercrisis de valores y de gobernanza como la que está padeciendo en la actualidad nuestra entidad. Derrocar a Indira Vizcaino es, por tanto, derrocar al Régimen. Con López Obrador, ganó el Régimen.
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