Sociedad

Policías estatales y de MARINA, amenazan y humillan a reportero en Colima mientras cenaba

*El reportero Guillermo García fue amenazado e intimidado por elementos de fuerzas federales  y estatal quienes le rompieron su gafete de identificación y le dijeron que le darían un «levantón»

Colima Col.-

La madrugada de este jueves, el reportero Guillermo García, corresponsal de medio digital De Política y Algo más, fue amenazado e intimidado por fuerzas federales mientras realizaba su labor de informar.

A continuación narra lo siguiente:  La madrugada del jueves 24 de febrero, fui agredido en la av. Pablo Silva García, afuera de un puesto de Tacos conocido como «El amigo», ubicado en la colonia Burócratas  en Villa de Álvarez, Col.

En el lugar se encontraban alrededor de 12 elementos, entre ellos dos policías estatales, elementos de la Marina y de Sedena, quienes  se encontraban encapuchados casi en su totalidad, a excepción de dos elementos: uno de la Policía estatal, y otro de la Marina, quienes fueron los que comenzaron a hostigarme, primero con miradas intimidatorias, y después, directamente preguntándome si traía unas «bombas», en la mochila que utilizo para guardar mi cámara fotográfica profesional.

En ese momento, al notar la tensión del ambiente, regresé  a mi moto y me quité mi abrigo, para que notaran la mochila, vieran que no eran «bombas» y además me identificaran, pues mi gafete de prensa estaba también bajo el abrigo.

Apenas liberó el gafete, el otro elemento de la Policía estatal, se acerca a mí, y sin mediar palabra me arrancó el gafete de un tirón; ante esta agresión, no actué de ninguna forma, debido a que no terminaba de entender la actitud del elemento y la inmediatez del hecho me impedía pensar.

Luego de arrancarme el gafete, el elemento de la policía estatal, comenzó a sacarme fotografías, a lo que respondí solicitando el nombre del elemento, sin embargo, ya para este punto, tanto marinos como policías, me decían que no estuviera chingando y que ya me fuera del lugar, argumentando que no les «cagara la cena», a lo que yo intenté dialogar respondiendo que no  había la menor necesidad de confrontación, que también yo sólo iba a cenar y que en realidad el mal momento me lo estaban haciendo pasar ellos.

Cabe mencionar que en este momento ya estábamos afuera del local, en la banqueta, y había aproximadamente, 3 o 4 elementos alrededor de mí repitiendo aquello de que me fuera, «ya agarra tus tacos y a chingar a tu madre», «Ya jálate a la verga» «Pinche morro pendejo».

Ante las agresiones, actitud y tono de voz, me sentí alarmado sobre todo porque en ningún momento y por ningún medio se identificaron, aunque en repetidas ocasiones se los pedí y yo me identifiqué plenamente.

Para tener algún referente, decidí sacar foto al número de patrulla, a las placas y al lugar; momento en que se acerca el elemento de la Marina que  portaba pasamontañas, y comienza a decir «Este wey ya está pidiendo que lo levantemos» «Tú estás pidiendo que te levantemos, ¿verdad cabrón?», en ese momento y sin mediar respuesta, el elemento me toma fuertemente por el brazo derecho y me lleva a empujones hasta la camioneta, diciéndome que me harán una inspección de rutina, a lo que respondí que estaba bien, pero que yo podía caminar y no había la necesidad de llegar al contacto físico ni ponerse violentos, lo cual en vez de apaciguar el ambiente, lo tensó, haciendo que me llevaran a empujones y jaloneos a la camioneta más lejana para empezar con la revisión, a la cual tampoco me resistí.

Una vez en la patrulla, me piden que ponga las manos sobre la cabeza con los dedos entrecruzados, ya me habían despojado de la mochila y de mi cámara.

En ese momento me comenzaron a intentar intimidar diciéndome que apenas me encontraran algo me iban a llevar, (en todo momento estuvo presente la presión psicológica), a lo que respondí que estaba bien, que procediera como tuviera que hacerlo, pero que de favor no me tocara.

Ahí fue cuando escuché que el oficial pidió que revisaran mi cámara.

Quise voltear para ver lo que sucedía, y un elemento atrás de mí, me comenzó a decir que mantuviera la cabeza abajo, que no los  volteara a ver, aunque no habían encontrado nada y la inspección ya había sido realizada.

Al no entender que estaba pasando, intentaba voltear hacía cualquier lado para encontrar a alguien, y fue ahí cuando me comenzaron a golpear, primero fue un golpe en las costillas de la parte derecha proporcionado por uno de los elementos que acompañaba al oficial que me detuvo, el otro oficial que me mantenía la cabeza abajo, comenzó a jalarme el cabello, y a presionar mis dedos unos contra otros para aplastarlos con sus huesos  y causar dolor de esta manera.

«Que no voltees hijo de tu puta madre» «ya  viste como le bajaste de huevitos», decían.

Yo pedía ayuda a los oficiales, pero estos no me respondían, sin embargo se repetía la operación, los golpes, el jalón de pelo, los dedos molidos.

Además del daño físico ocasionado, ahí comenzó de forma directa la agresión psicológica, de «Hijo de tu puta madre», no me bajaban.

Para esto, el elemento que me llevó casi  a rastas, comenzó a decirme que hasta era un pendejo con suerte, y que no tenía idea de la suerte que me cargaba porque me habían agarrado afuera de unos tacos con gente, porque de no ser por eso «Te cargaba la verga nada más para que veas como sí somos cabrones».

Este acto de intimidación se postergó por aproximadamente 6 minutos, en los cuales, además, cada que emitía algún comentario para pedir ayuda o intentaba ver al rededor, era respondido con un golpe y amenzas en lo corto hechas por el elemento de la Marina.

Al final, una vez demostrada su capacidad  de acción, me dijeron que agarrara mis tacos y me fuera a chingar a mi madre de ahí, lo cual no hice debido a que claramente él mismo elemento fue quien me había dicho que si algo me salvó fue estar ahí, con gente, textualmente me dijo que de no haber sido por eso me levantaban y me cargaba la verga, «nomás para qué veas que tan cabrones somos», evidentemente no me iba a ir solo en ese momento.

El exponerles que no me pensaba mover de ahí, y menos porque ya me habían revisado sin encontrar nada fue que comenzaron a  decir que como chingaba, que nomás no aprendía, que ya me callara a la verga.

Al ver que no me moví del sitio y decirles que podían proceder de la manera en que tuvieran que hacerlo, pero que ya no me golpearan, fue que el policía estatal que principalmente me detuvo, pagó sus tacos, me dijo que valía verga y que le había chingado su cena, a lo que le respondí que no, que la cena jodida fue la mía, para esto ya había mucha tensión, y el resto de elementos que se hallaban por ahí comenzaron a gritar que me callara, el oficial en lo corto, aseguró que el problema era mi actitud y tenían que enseñar a respetar, a lo que le respondí que no, que yo sólo iba por tacos y desde que llegué, empezó el hostigamiento, poniéndole de ejemplo el comentario de las bombas y cómo su otro compañero de la policía estatal me arrancó el gafette de identificación, a lo que nuevamente me respondían el resto de elementos que ya me callara, cuestionando para qué estaba gritando, aunque yo no estuviera gritando.

Tras este breve intercambio de comentarios, todos los elementos que viajaban en ambas patrullas se subieron y retiraron del lugar, no sin antes dejarme en claro que «luego se las pagaba», situación que aunada a las amenzas y agresiones físicas sufridas, actualmente me mantienen preocupado por mi seguridad».

No es el hecho se ser periodista o no, es el denunciar que temo por mi vida, mi pecado fue ir a cenar y que ellos creyeran que yo traía una bomba en mi mochila, se que estoy en peligro».

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