PARACAÍDAS
Rogelio Guedea
Poco antes de terminar su gestión de seis años, la presidenta municipal de Manzanillo, Griselda Martínez, fue acusada de cometer un sacrilegio: aprobarse un bono de 25 millones de pesos para ella y sus cercanos colaboradores, una especie de me cobro a lo chino mi derrota en las elecciones.
La denuncia la lanzó ni más ni menos que la presidenta electa Rosi Bayardo e hizo tanta mella en la presidenta Griselda Martínez que, proclive a la rijosidad, en lugar de utilizar su perfil para desmentir las acusaciones, lo que hizo fue confirmarlas diciendo, palabras más palabras menos, que en efecto sí se otorgaron ese bono pero que Rosi Bayardo había cobrado cifras más millonarias sin hacer nada. ¿En qué cabeza cabe decir yo sí robé, pero tú robaste más? Sólo en la de la presidente Griselda Martínez.
Luego, como que se dio cuenta del desvarío, e hizo una extensión de su defensa argumentando que ese bono era para apoyar a sus colaboradores que iban a perder su trabajo y tenían que tener algo para subsistir mientras encontraban algo más, adjudicándose ella misma su buena porción, como si seis años no le hubieran ajustado para pensar que su carrera política, como se demostró, era por la marca de Morena y no por ella misma. Haberse aprobado este bono con el argumento de que son “compañeros que durante 6 años no solo se han conducido de manera honesta, si no que han trabajado sin descanso para avanzar lo más que se pudiera en atender las grandes necesidades que tenía nuestro municipio” es un embuste puesto que no se debe premiar la responsabilidad intrínseca de todo servidor público, ser honesto y trabajar sin descanso.
¿Imagínense nomás que este bono de subsistencia o este robo encubierto de caridad lo aplicaran todos los presidentes municipales derrotados en las elecciones? Vaya precedente sentaríamos, y de precedentes así ya estamos cansados. Ojalá que la nueva presidenta, Rosi Bayardo, haga lo propio para que los 25 millones que la todavía presidenta Griselda Martínez se adjudicó con argumentos sumamente endebles sean regresados a las arcas municipales y utilizados en las muchas necesidades apremiantes con que cuenta el municipio, y entre más rápido esto se haga, mejor.