Opinión

Temblor en el PRI Colima

PARACAÍDAS

Rogelio Guedea

A poco más de un año de que concluya la administración del gobernador Nacho Peralta, la cual en las últimas dos semanas ha sufrido varias averías en su línea de flotación (más por el tema de la inseguridad que de la pandemia), la inmovilidad se ha rendido a los necesarios cambios que tendrán que hacerse para preparar el choque de trenes electoral del 2021. Es bajo esta lógica que uno debe entender los movimientos que hubo ayer tanto en el gabinete del mandatario estatal como en la dirigencia del partido rojiblanco.

En cuanto al gabinete, además del nombramiento del nuevo director de Seguridad Pública hecho hace algunos días, fueron cuatro los movimientos que se dieron de un tirón en tres secretarías de estado y en la coordinación de asesores, a las cuales llegaron Esperanza Hernández (para la Sría del Trabajo), Oriana Gaytán (para la Sría de Cultura) y Rubén Pérez Anguiano (para la de Desarrollo Social), quedando en la coordinación de asesores Valeria Pérez. Por otro lado, Enrique Rojas dejó la dirigencia del PRI estatal para cederle el paso a José Manuel Romero Coello.

Con respecto a Esperanza Hernández, más allá de su actividad dentro de la política priista, no debe olvidarse que es una abogada con trayectoria y esta responsabilidad respondió seguramente a este ámbito de su formación profesional (donde ella tiene más perseverancia) que al puramente político (donde apenas empezaba a hacer sus propias migas), así que el nombramiento me parece acertado.

El enroque que hubo entre Rubén Pérez Anguiano y Valeria Pérez me parece también pertinente en tanto que Pérez Anguiano es un político con amplia trayectoria en la administración pública (estuvo muchos años al frente de la Secretaría de Cultura) y, además, conoce muy bien las necesidades de nuestra entidad, y no sólo porque sea de aquí nativo sino porque su sensibilidad (en gran parte adquirida gracias a su oficio como lector de libros y de la vida) le ha permitido no perder nunca la dimensión humana de las relaciones sociales.

Con relación a la llegada de Valeria Pérez a la coordinación de asesores, poco o nada tendría que decir salvo lo que el propio mandatario estatal profirió: que es una persona con la que ha trabajado desde hace muchos años y es de toda su confianza. Lo digo así porque no dudo de la capacidad de la funcionaria, sin embargo creo que la coordinación de asesores tendrá para el futuro inmediato una función toral para el diseño de toma de decisiones (esto es no es un cargo más) y si esto no se toma en cuenta puede resultar incluso contraproducente para la imagen de gobierno que se quiera construir en esta etapa de cierre de la gestión actual.

La salida de Carlos Ramírez Vuelvas, por su parte, me ha asombrado un poco ya que Ramírez Vuelvas venía haciendo una muy buena gestión cultural, pero, siendo además un universitario de mucho arraigo (como la propia Oriana Gaytán, quien lo ha reemplazado), tal vez su salida responda a una serie de cambios que nuestra máxima casa de estudios experimentará en los próximos meses, entre ellos la sucesión rectoral, y para los cuales él, con la experiencia adquirida en sus casi cinco años al frente de esta Secretaría, pudiera contribuir con alguna función clave de la estructura universitaria.

Pero sin duda, la mayor vuelta de tuerca de estos cambios se dio en la dirigencia estatal del PRI. No asombra la salida de Kike Rojas, pues era un proceso inminente, sino la llegada de José Manuel Romero Coello, quien no hace mucho había tenido un encontronazo fuerte con el gobernador Nacho Peralta que fue bien documentado en los medios locales. Supimos, de entonces, que Romero Coello y el gobernador fueron amigos cercanos, luego supimos que después de este desaguisado se distanciaron y ahora sabemos (sin saber muy bien qué pasó entre medio) que Romero Coello llega a la dirigencia estatal del PRI justo uno o dos días después de que Martín Flores, líder de los burócratas del gobierno del Estado, advirtió que al dirigente estatal del PRI lo ponía el gobernador del Estado.

Siendo así, ¿el gobernador del Estado y Romero Coello hicieron limaron las asperezas? En realidad eso no tiene mucha relevancia. Lo que tiene relevancia es que Romero Coello es un político hecho, de gran trayectoria pese a su corta edad, con carisma e inteligencia, y no sabemos muy bien si, siendo también un prospecto para la gubernatura, desde la dirigencia del PRI construirá ésta (la candidatura) o tendrá la tarea de proponer la nueva cara que tendrá el PRI en las boletas electorales de 2021.  

Aunque construir el nuevo rostro del PRI a partir de una sola candidatura (la de Romero Coello) puede ser muy riesgoso tanto para este instituto político como para el propio mandatario estatal, quien tendrá que buscar el mejor escenario de salida de su gestión, no es tampoco insensato si ese camino se pavimenta con realmente lo mejor de su militancia.  En cualquier caso, el PRI, pues, ha tenido su primer temblor interno. Se han movido estructuras importantes (la dirigencia es la más notoria) y tal parece que de aquí en adelante vendrán más ajustes de piezas. El PRI no está muerto como muchos creyeron (yo nunca lo creí y ahí dejé en la hemeroteca pública constancia de ello), pero de no tomar las decisiones correctas podría estarlo.

Comment here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.