Opinión

Elías Lozano, el sicario de la Libertad de expresión

Por Pedro Castellanos

Con el argumento de que persona, político, servidor público, estaba siendo «extorsionado», en Julio del 2020, el alcalde de Tecomán, Elías Lozano Ochoa emprendió un pleito contra tres periodistas del municipio, acusándolos de lo antes descrito. Los periodistas  victimas de este funcionario, servidor  público al que se le denomina  «sicario de la Libertad de Expresión», buscó la forma juridica de inculparlos de haber cometido un hecho presuntamente delictuoso, sin haber aportado las pruebas con las que acreditara la existencia de elemento alguno.

Demostrando con este hecho la clara intención de callarlos, amedrentándolos, metiendoles miedo, para que dejaran de criticar en sus medios de comunicación todos sus yerros y exhibiéndolo de tener una pesima administración, Cometiendo además un grave atropello a la Libertad de Prensa y Expresión, Derecho Humano que está garantizado en los artículos 6º y 7º constitucionales; y artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Lozano Ochoa intentando usar a su favor un aparato de justicia que enhorabuena no puede controlar o influir(aun), en  uno de sus argumentos presentados en su denuncia, señala que «es un exitoso personaje y que no le paga a nadie, menos a los periodistas para que hablen maravillas de su persona o adminstración», pues aparte de ser «sicario de la libertad de expresión» es mentiroso y falso, pues en transparencia se observa las cantidades millonarias que destina a medios de comunicación los cuales tienen el derecho constitucional y legal de trabajar, además de  obtener un cobro o pago por sus servicios, pero que además es dinero que no sale de su bolsa de sus ingresos propios, sino del presupuesto público o si saliera del producto de sus propios ingresos, es muy su dinero, si lo regala, lo gasta, lo guarda, es muy su problema. Lo que se está escribiendo en este espacio es su doble moral y discurso, de lo habil que quiso ser para pasar de victima a victimario.

Lo mismo que Elías Lozano tiene el derecho de cobrar o no cobrar por su trabajo, si como alcalde de Tecomán lo hace GRATIS, es su problema. El asunto aquí es la perversidad con que intentó acomodar las cosas a su favor, es la simulación con la que disfrazó el atropello a la Libertad de Expresión porque lo irrita, le molesta, le intolera, lo hace perder la cabeza y la razón los cuestionamientos que le hace la prensa, que le hacen los periodistas criticos.

Empezó a molestarlo la prensa critica cuando fue exhibido con claridad a través de diversos medios de comunicación legalmente establecidos con nombre y razón social- no seudopáginas o trolles- con temas como el destino de los recursos de los ingresos de la feria de Tecomán, la adquisición de propiedades a nombre de familiares, actos de nepotismo, asignación directa de obras y servicios a amigos y compadres, etc, etc.

Su molestia e irritación hizo evitar todo contacto con periodistas criticos al grado mejor de asustarlos con meterlos al bote para quitarselos de en medio y que la justicia le diera la razón. Sin embargo la ley es clara y justa y no cumple antojos ni endereza jorobados, es decir, no está a su servicio para hacer de ella un latigo para golpear y acabar con quienes no comparten sus mismas ideas, en este caso, con periodistas que por años han servido a la sociedad, cuestionando y revisando al poder.

Elías Lozano cuando en un futuro que ya sea terrenal, que ya no esté en el poder y le de clic a su nombre en San Google, aparecerá esta columna de un medio critico describiendolo tal y como fue como servidor público: un sicario de la libertad de expresión, que ciego y sordo quedó mareado como alcalde y que se peleó con tres periodistas que siempre, por años  han sido criticos al poder como lo son Nestor Avila Vázquez, Pablo Avila Vázquez y Belisario Romero.

Le dejamos como regalo el concepto de Libertad de Expresión en MÉXICO: Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas, ya sea oralmente, por escrito, o a través de las nuevas tecnologías de la información, el cual no puede estar sujeto a censura previa sino a responsabilidades ulteriores expresamente fijadas por la ley.

 

 

 

 

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