Opinión

Universidad de Colima, 83 años

PARACAÍDAS

 Rogelio Guedea

 El pasado 16 de septiembre la Universidad de Colima, máxima casa de estudios de los colimenses, cumplió 83 años de vida y, para festejarlos, se ha preparado un programa especial de actividades que van desde conferencias magistrales, reinauguración de espacios (como el estado San Jorge, gran acierto), entrega de doctorados honoris causa, exposiciones fotográficas, etcétera.

La idea es, principalmente, no sólo que se conmemore a una universidad con una trayectoria de gran valor para el desarrollo y bienestar de nuestra entidad, sino que se ratifique, además, su imprescindible labor para el futuro de los colimenses. No es, eso está claro, la misma universidad que empezó hace 83 años, pero en esencia tampoco ha cambiado mucho su misión y sus objetivos principales: formar ciudadanos críticos, creativos, responsable con su entorno y sociedad, y dispuestos a contribuir en el bienestar y desarrollo de su sociedad.

Hoy tenemos una universidad muy consolidada en sus funciones sustantivas: docencia, investigación, promoción y difusión de la cultura y el deporte, y en la actualidad está dirigida por un rector, Christian Torres Ortiz Zermeño con una trayectoria igualmente sólida y con una energía palpable que no ha hecho sino seguirle dando el impulso que así exigen las circunstancias actuales, muchas de hechas adversas.

La Universidad de Colima ha tenido momentos difíciles a lo largo de su historia, pero, vistos desde la distancia, estos no han servicio sino para consolidarla más como una institución de voluntad social y al servicio de su población, forjándose una reputación importante en una realidad altamente competitiva.

Una de las fortunas institucionales es que nuestra máxima casa de estudios se ha abierto al mundo y se ha internacionalizado de tal modo que las visiones profesores y estudiantes que regresan de intercambios en el extranjero y las visiones de los extranjeros que tienen estancias en nuestra institución se han unido para ir transformando, para bien, nuestras propias visiones de lo que debe ser una universidad plural, diversa impermeable a cualquier tipo de intolerancia.

Nuestra universidad, especialmente en este rectorado, ha también sabido cumplir con mayor compromiso su función social y establecido muchas alianzas con el gobierno estatal y los municipales para coadyuvar en la solución de las problemáticas que más aquejan a los colimenses.

Tenemos una universidad unida, fuerte, con un liderazgo abierto y empático, y una comunidad realmente competente y noble que innova y construye y que, lo que es mejor, que se le deja innovar y construir. Por eso, nuestra máxima casa de estudios es un baluarte para nuestra entidad y ha sido muy positivo que la propia gobernadora Indira Vizcaíno así lo haya reconocido y haya confirmado que siempre respaldará a la institución que a ella misma la formó. Así sea.

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