Opinión

DOLOR Y ENOJO

TAREA POLÍTICA

José Luís Santana Ochoa

Al nuevo presidente del Sistema Anticorrupción del Estado de Colima, Carlos Maldonado Villaverde, le duele y le enoja que la corrupción sea tan grave en  Colima que la entidad gobernada por el bilingüe egresado del ITAM y Essex University, miembro destacado de la clase ilustrada colimeña,  puede llegar a perder hasta 1,400 millones de pesos cada año por actos de corrupción (Entre el 5% y el 10% del PIB); también, que sea el quinto estado más corrupto de México. Como la corrupción se da en cascada, de arriba donde se queda la mayor parte del dinero desviado hacia abajo donde cae la morralla, es fácil calcular lo que se han embolsado quienes controlan la inversión y el gasto público en Colima.

Si  “las ciudadanas y ciudadanos”  que acompañaron a Maldonado Villaverde en su ceremonia de investidura como promotor principal de “una nueva cultura de la honestidad en el manejo de los recursos” sienten lo mismo que él, el pueblo que en los primeros tres años del gobierno peraltista ha sido testigo de la danza de los “entres, comisiones, moches o retornos” que según las cuentas de aquel rondarían los 4 mil millones de pesos, más que encabronado está.

En la pérdida anual de 1,400 millones de pesos por actos de corrupción que el quinto estado más corrupto de la República Mexicana registra, poco o nada tiene que ver la administración estatal anterior que fuera encabezada por Mario Anguiano Moreno. ¿O sí? Si a nivel nacional no hay ya corrupción porque el presidente Andrés Manuel López Obrador es honesto, se puede colegir que en Colima ese grave mal social goza de cabal salud debido a que  el gobernador no lo es ni tampoco sus funcionarios a cargo de las dependencias y programas donde hay hasta pa’ llevar.

Ante la ineficacia más que probada de la multiplicidad de órganos de control, supervisión, transparencia, verificación, auditoría, evaluación, etc, que ha llevado a Colima al quinto lugar en el campeonato nacional de corrupción, José Ignacio Peralta anticipa que el Sistema Anticorrupción del Estado de Colima debe estar permanentemente en revisión: “Debemos entender que es perfectible y que el aprendizaje se debe de convertir en un cambio institucional para mejorar y para lograr los objetivos que se están buscando”. ¡No pos’ sí¡

Como él y sus funcionarios son de lento aprendizaje, así vaya a realizarse en el futuro  “Una revisión que estimule nuevas formas de actuación de los servidores públicos, que implique la creación de una nueva cultura de la honestidad en el manejo de los recursos”, los colimenses seguirán perdiendo hasta 1,400 millones de pesos en cada uno de los tres años que restan de la administración nachista.

Menos mal que el gobierno de José Ignacio Peralta Sánchez ha implementado procesos y mecanismos que garantizan transparencia y rendición de cuentas, según presume su concuño Secretario de Planeación y Finanzas, Carlos Arturo Noriega García, que si no…

Ojalá que el dolido y enojado nuevo presidente del Sistema Anticorrupción del Estado de Colima identifique a la brevedad posible las principales fuentes generadoras de los mil 400 millones producto de la corrupción que denuncia y los atracadores del dinero del pueblo, sólo para saber, no para recuperarle al pueblo lo que le han saqueado, mucho menos para eliminar de tajo tal abuso.

 EL ACABO

Más que probado está que los grupos  internos de control de las dependencias gubernamentales, direcciones generales de auditoria, institutos de transparencia, Órgano Superior de Auditoría y Fiscalización Gubernamental y la Auditoría Superior de la Federación son como la carabina de Ambrosio: ni sirven ni funcionan. El SAEC iguanas ranas. Al tiempo.

 

 

 

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