Opinión

Ante Trump.

Carlos Ramiro Vargas.

A los Mexicanos Patriotas.

La declaración oficial de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, vertida este 26 de noviembre, considerando a los diversos cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, pone en jaque a la muy cuestionable política de seguridad implementada por el gobierno federal y el presidente López Obrador en nuestro país, abriendo según las leyes estadounidenses la posibilidad de una intervención punitiva directa y sin mediaciones, en México, por parte de nuestro vecino norteño.

La decisión del más alto nivel emitida por Trump, fue acelerada por el reclamo de la familia Le Barón, la semana anterior, -ciudadanos también estadounidenses-, ante el crimen sin nombre cometido hace dos semanas, contra niños y mujeres de su familia, al propio gobierno estadounidense,  argumentando a través de una misiva del conocimiento público enviada a Washington, en la que se informa al presidente Trump del innombrable asesinato de los miembros de la familia Le Barón, y de cómo, en diversas y amplias regiones de México el crimen organizado manda y domina, sin una presencia significativa del Estado.

Ante ello, la postura de López Obrador presidente ha sido correcta, en su respuesta oficial a los estadounidenses, sintetizada en la frase,  Cooperación Sí, Intervencionismo No!

Sin embargo, la intervención directa aunque muy camuflada, del gobierno de los Estados Unidos en la lucha contra la alta criminalidad mexicana, a través de la DEA y la CIA, sí se ha dado de modo constante y sistemático desde el gobierno de Felipe Calderón y Peña Nieto, tanto a nivel operativo como en la misma definición de estrategias, prioridades y hasta tácticas de captura, como ha sido comprobado en la detención del Chapo Guzmán, en el combate contra los sectores más radicales de los Zetas o hasta en el fallido intento de captura de Ovidio Guzmán, recientemente, en la ciudad de Culiacán.

Por tanto, si bien es preocupante a muy corto plazo, las implicaciones geopolíticas y militares  de la postura del presidente Trump, al respecto, es muy importante saber y entender en medio de las ambigüedades lópezobradoristas en materia de seguridad, cómo y con qué parámetros se ha dado la intervención profunda, del gobierno yanqui en los asuntos internos de seguridad en nuestro país.

Sobre todo cuando en los sexenios del 2006 al 2018, se diseñó toda una estrategia de combate a los cárteles mexicanos, equiparándolos con organizaciones terroristas o que han recurrido a prácticas terroristas, como Al Quaeda, Hamas, Hezbolla,  y el cártel de Medellín de los años 90 del siglo previo.

Pues resulta que en México, a pesar de la ignorancia y frivolidad con los que la prensa vendida trata estos delicados temas, -sobre todo la muy corrompida prensa colimense-; en los años referidos renglones atrás, el mismo equipo estadounidense que trabajó en la captura de Bin Laden estuvo operando en México, diseñando una estrategia en mucho basada en el combate contra Al Quaeda.

De tal modo que establecida una lista de prioridades y con los aportes en insumos de Inteligencia, proporcionada por la DEA, México aportaría los recursos materiales y humanos para la ejecución de los operativos dirigidos principalmente, a la captura o muerte de los 37 líderes criminales más violentos, definidos así durante el calderonato.

Y para tal motivo, la CIA y la DEA formaron y capacitaron a seis unidades policiales mexicanas especiales, compuestas por 25 oficiales cada una, centradas en la detención de las supuestas cabezas del crimen altamente organizado en el País. Precisamente a mitad del sexenio calderonista en el año 2009. Pero una mala comprensión y error de concepción del contexto mexicano por parte de la DEA y el calderonismo, y aunque al final del 2012 ya se habían capturado a 25 de los 37 criminales más peligrosos, hizo que la violencia en lugar de disminuir se incrementara geométricamente hasta la fecha, pues los cárteles mexicanos no tienen ideales religiosos o políticos como Al Quaeda, desde los cuales ejercen actos de terror contra el imperialismo yanqui, o como en el caso de Colombia que el cártel de Medellín bajo Pablo Escobar si ejerció el terrorismo contra civiles como parte de su confrontación abierta contra el Estado colombiano, para evitar la extradición a los Estados Unidos, de los capos. Pero en México los grupos narcotraficantes locales más poderosos por esas fechas eran seis, mientras en Colombia eran sólo dos y hoy sólo uno, de tal modo que el fenómeno de guerra competitiva por el control del territorio entre los seis megacárteles, y la atomización de grandes cárteles tras la supresión de sus líderes, hizo que el fenómeno de la guerra sin nombre en México se disparara. Máxime que el panismo calderonista y el priísmo con Peña Nieto, no tuvieron una política social y económica rigurosa a implementar en las regiones donde el narco es dominante. Aunado a ello, la lista de los 37 objetivos a eliminar no hizo distingos entre líderes del narco conciliadores, como Nacho Coronel, abatido en Zapopán, Jalisco, en el 2010, -lo que incrementó la guerra narca directamente en Jalisco, Michoacán, Nayarit y Colima-, y líderes desquiciados e hiper violentos, como en ese entonces tenían el Cártel de Juárez y la Línea, su brazo armado y ejecutor de la Familia Le Barón, o los líderes Zetas, del Cártel de los Beltrán Leyva o la misma Familia Michoacana.

Por lo tanto, dicha estrategia antiterrorista aplicada a los Cárteles mexicanos resultó fallida en términos estratégicos, pues por otra parte no se golpeó nunca severamente, a las estructuras financieras y de lavado de dinero de los Cárteles nacionales.

Mientras la extorsión, los secuestros, el huachicoleo, la trata de mujeres, la distribución de drogas ilícitas y el lavado de dinero continuaron incólumes.

Así como el armamento de los mismos grupos criminales proveniente de los Estados Unidos.

Con semejante precedente, la disposición de Trump y el gabinete de seguridad nacional de los Estados Unidos, para intervenir en México, de modo unilateral, está abierta.

Acicateados con los reclamos de la Familia Le Barón. Más los 32 mil ejecutados que llevamos sólo en los primeros once meses de hegemonía de la “cuarta Transformación”, y la incapacidad mostrada del lopezobradorismo para disminuir esta vorágine de Violencia, sin nada de autocrítica por parte del gabinete presidencial mexicano, y menos de los líderes de Morena que lejos de ayudar a corregir los equívocos de Andrés Manuel, han caído en el más vulgar culto a la personalidad de AMLO, -pues ni la renuncia del farsante de Durazo como secretario de seguridad, son capaces de exigir-, lo que no ayuda a corregir los errores en esta materia,  situación de por sí anómala que puede orillar al gobierno estadounidense a una intervención sofisticada y de alta precisión, para intervenir en esta delirante guerra mexicana.

Situación que tratará de aprovechar la extrema derecha mexicana y grupos fascistoides como los pri/porros de la Universidad de Colima,  incluso para impulsar y dar un golpe de Estado contra López Obrador, ante lo cual, no le queda otra a Morena partido, que acelerar sus procesos internos democráticos y los cambios propuestos en nuestro país, e incrementar junto con ello, la lucha popular contra los enemigos del pueblo movilizando como nunca a la población. Cuestión que Morena partido, como sucede en Colima, ha dejado totalmente de lado, para dedicarse a usufructuar las mieles de poder excluyendo a las bases y simpatizantes morenistas, pervirtiendo a las Asambleas partidarias, sin atacar a los principales problemas de Colima, y gran parte de la Nación, como es el de la violencia nunca padecida entre nosotros, ante el mutismo y la frivolidad de personalidades morenistas como la bandida, de Índira Vizcaíno Silva, la muy superficial y egocentrista de Claudia Yáñez, la buena para nada de Griselda Martínez, senadora, así como todos los alcaldes estatales, diputados federales y senadores morenistas por nuestra entidad…

Todos los Derechos Reservados. Carlos Ramiro Vargas. 25 de noviembre, 2019.

 

 

 

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