PARACAÍDAS
Rogelio Guedea
Desde hace ya varias legislaturas colimenses se ha venido recrudeciendo una disfuncionalidad en las labores esenciales propias de los diputados, los cuales, en ese afán de estar en el ánimo de la población, han dejado de cumplir cabalmente con su función sustancial (legislar) para darle prioridad a una meramente accesoria (gestionar).
No tengo registro de cuándo empezó exactamente este terrible vicio, pero lo que sí es notorio es que hay una relación directamente proporcional entre la ignorancia de quien ostenta el cargo y las ganas de lucirse utilizando la gestoría para supuestamente ayudar a la población, cuando esto es una función para la cual, en estricto sentido, ya existen instancias correspondientes.
Es una vergüenza realmente ver ese espectáculo circense en le que se ha convertido, por ejemplo, la actual legislatura, con sus escasas excepciones. Pongo unos cuantos ejemplos: a Fernando Antero, del PAN, por ejemplo, le ha dado por compartir en sus redes felicitaciones de cumpleaños para sus amigos o colegas de trabajo o le ha dado por ilustrarnos sobre las bebidas típicas de nuestro Estado, como si nadie lo supiéramos o esa fuera su función, en serio no tiene otra cosa más trascendente que informarnos sobre tu trabajo legislativo?
Por su parte, la diputada priista Lizet Rodríguez no se queda atrás con publicaciones vacuas sobre el día que llegó el hombre a la luna, los lugares sobre dónde veranear en nuestra entidad, a ella le da por promocionar mercados y abrazos entre las personas porque eso, dice, es una manera hermosa de manifestar cariño, y no faltan las fotografías en donde muestra los bellos atardeceres de nuestro querido Colima, todo ello tan banal como seguramente lo es su labor legislativa, de la que poco o nada sabemos.
Vladimir Parra, sobre quien ya de por sí recae la pesada losa de la mentira electoral, anda por ahí distrayendo a la población dándole gato por liebre con apoyos que no resuelven en lo sustancial ninguna problemática social, como lo podría hacer una buena labor legislativa, son más bien parte de esa estrategia despensera que tanto ha dañado nuestra vida democrática.
Pero de estos ejemplos, que pongo nada más para ilustrar el fallido rumbo que lleva nuestra actual legislatura, quien se lleva las palmas a la banalidad de la función legislativa es el diputado Memo Toscano, a quien ahora le ha dado por promocionar el deporte (porque el deporte es salud, dice), para lo cual está dando uniformes y material deportivo a equipos de fútbol y demás organizaciones similares, acciones que, volvemos a lo mismo, nada tienen que ver con sus funciones sustanciales, nada más lo distraen.
En cualquier caso, si de verdad cree el diputado que el deporte es salud, pues debería de ser congruente con ello y ponerse, por lo menos, a dieta. Y aquí me detengo, por ahora, porque los ejemplos son interminables. Lo que sí es pertinente concluir es que es una pena, pues, ver que muchos de los miembros de uno de los tres insignes poderes de nuestro Estado estén demeritando tan alta función y sentando un lamentable precedente para las generaciones futuras de legisladores, quienes, de seguir así las cosas, al rato pasarán de dar espectáculos circenses a dar bailes de tubo en cabarets, todo ello con tal de mantenerse vivísimos en el imaginario colectivo.
Rogelio Guedea
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