Opinión

«Morena-Colima, ¡súbanle el nivel!»

PARACAÍDAS
Rogelio Guedea
Engreídos, ignorantes y fanáticos es como a la mayoría de morenistas de la entidad debería de definírseles. Están peor (mucho peor) que aquello que tanto critican. Y peor aún: muchos de ellos no saben que son apenas una caricatura de lo que emulan: a su presidente López Obrador. Despavoridos y delirantes repiten como loros las consignas cuatrotransformistas pero son incapaces de hacerlas cumplir en sus funciones cotidianas: roban, mienten y traicionan a diestra y siniestra. No han todavía mejorado su propia especie de politicastros improvisados y arribistas y ya prometen (sin sustento) convertir a Colima en Suiza o Dinamarca.
Quieren todo el poder, pero ignoran por completo lo que significa la verdadera y buena voluntad. Son, pues, unos farsantes. La mayoría de ellos no han hecho nada y ya lo quieren todo. Poner una lona para proteger de unos huevazos a la Candidata no es suficiente para sentirse merecedores de una diputación federal, aunque sea plurinominal. Repartir el periodiquito adoctrinante en las casas descascaradas de la ciudad tampoco lo es para una diputación local.
Escupir a la universidad o al gobierno o a los adversarios políticos o a quien sea que no sean ellos mismos no les basta y sobra mucho menos para una senaduría. Gritar en las marchas o protestas o retuitear todo lo que dice su Presidente está más allá de legitimarlos para un cargo de elección popular, por más modesto que sea. Gobernar es mucho más que repartir volantes, retuitear, hacerla de guarura o pegar de gritos en los plantones.
Administrar los bienes de una comunidad a fin de que ésta logre su bienestar colectivo e individual es un asunto serio y está muy lejos de reducirse a repartir pepino, papayas, jitomate cherry, cubrebocas o pasquines. Ha caído tan hondo la idea que se tiene de lo que son las funciones de un verdadero servidor público que, por eso, ya cualquier morenista se siente con los arreos para ocupar una alta función pública.
Está todo tan patas pa’ arriba que incluso ese tal chufletero de Esteban Meneses tiene la osadía de ofrecérsele a los morenistas como el curalotodo de la estrategia político-electoral por venir: ¡qué vergüenza! Veo a muchas mujeres, por lo demás, que se dicen estar muy listas, y no lo dudaría, pero no se ve claramente ni para qué si muchas de ellas ya tuvieron oportunidad de estar extremadamente listas en funciones anteriores y no hicieron nada relevante. “Estar listas” es un bello slogan, pero las define mal y las excluye.
Porque una cosa es “estar listas” y otra, muy distintas, ser listas, como una pléyade de morenistas (Blanca Montoya, Elvira Colcheiro, Beatriz Stolowicz, etcétera) que realmente dignifican y le aportan con reflexión aguda a este movimiento. No me desagrada, por lo demás, la nutrida presencia de mujeres en esta próxima contienda electoral, pero el simple hecho de ser mujeres no las inmuniza a la crítica de sus ignorancias e incongruencias.
Así como están las cosas, y de llegar a arrasar como en los pasados comicios (cosa que en esta ocasión dudo mucho), estos morenistas de la entidad tendrán una granada que les explotará en la propia mano si no definen a candidatos humildes, enterados y sensatos, y no a simples recaderos, aduladores y propagandistas.
La oposición tendrá una gran tarea de desadoctrinamiento en una población que más bien permanece impávida ante tanta calamidad que le está tocando vivir en estos tiempos de emergencia sanitaria y de vertiginosa violencia. Más que ofrecer soluciones, su gran reto será desenmascarar embustes, porque de lo contrario, como siempre, nos saldrá más caro el caldo que las albóndigas.

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