Opinión

Fracturas: PVEM/PT y PRI 

PARACAÍDAS

Rogelio Guedea

Es ya una constante que en las temporadas preelectorales sobrevengan divisiones más o menos significativas al interior o entre los partidos, al final compuestos por individuos buscando satisfacer una ambición personal o de grupo. La pandemia de la deslealtad y la traición política en estas fechas en aras de hacer cristalizar esta ambición se vuelve peor que cualquier otra pandemia, incluida la sanitaria que asola a la población colimense (y mundial en este momento).

No debería ser así. Porque es precisamente la falta de acuerdos en una sociedad ultrapolarizada la que nos impide avanzar hacia un mismo derrotero, es como el complejo de Penélope que destejía en el día lo que en la noche había tejido, sumiéndose hacia en un eterno no salir del mismo atolladero de siempre. Eso mismo pasa con los partidos y los políticos. Desde que iniciaron los reacomodos preelectorales, las fracturas políticas se convirtieron en el pan de cada día.

Primero se dio entre Morena y el PT, cuando Joel Padilla acusó de corrupción al proceso interno llevado a cabo por Morena para elegir a su candidato, la cual recayó finalmente en la eternamente consabida Indira Vizcaíno. Luego se dio la fractura al interior de Morena, cuando Claudia Yáñez renuncia a este partido por el mismo motivo denunciado por Joel Padilla y se va de candidata al partido Fuerza por México, otro aliado del lopezobradorismo, aunque por otra vía.

Poco tiempo después o al mismo tiempo se dio la unión del PRI-PAN-PRD, pero pronto sobrevino la fractura con el PRD y también una notoria (aunque en ocasiones imperceptible) desbandada de prianistas, la más estridente y reprochable fue la de Héctor Insúa, ahora refugiado con Locho Morán, de Movimiento Ciudadano. Etcétera. Lo último que atestiguamos fueron dos fracturas no menos importantes: la que se dio entre PVEM y el PT y la interna del PRI.

La primera era esperada pues si ya Joel Padilla había roto con Morena por no haberse visto beneficiado con esa candidatura, no se podría esperar menos con la alianza con el PVEM, en la cual también Virgilio Mendoza nunca pareció que fuera a desistir de ser candidato a la gubernatura. Era, pues, una crónica de un rompimiento anunciado y un callejón sin salida. Mala decisión porque si bien antes esta alianza tenía mínimas posibilidades de alcanzar la gubernatura, ahora yendo solos será imposible que lo consigan, quedando solamente la posibilidad de apoyar de facto a otro partido que pudiera luego salvar políticamente a los actores políticos principales de cada fuerza política. 

Por otro lado, sobrevino hace unos días una fractura mayúscula en el PRI, aunque no se le quiera ver de esa manera. Haber dejado la presidencia de PRI un dirigente que no tenía ni un año de haberla tomado no es poca cosa y quiere decir mucho de lo que está sucediendo al interior del priismo local. Cualesquiera que hayan sido las razones de Romero Coello para su renuncia, ésta genera demasiadas suspicacias, sobre todo por la llegada de Arnoldo Ochoa, un rostro que de inmediato genera la impresión de que el PRI en lugar de ir hacia adelante con rostros renovados (el de Romero Coello, el de Mely Romero, etc), volverá al pasado, con todo lo que esto implique.

Es eso realmente el mensaje que quiere enviar a la población el priismo local? y más aún: es ese también la imagen que quiere mostrar el panismo local ahora aliado al priismo? Yo creo que estos son los aspectos que, sin concesiones ni complacencias, deberían estar analizando tanto priistas y panistas, a menos que se hayan rendido ya a salir de la crisis en las que los sumió el lópezobradorismo y se vayan a convertir en una comparsa de facto del mismo, sin los contrapesos obligados que toda democracia que se jacte debe tener. Parece, pues, que las divisiones continuarán y hay que estar atentos porque en una de esas podría hasta romperse la que existe entre el PRI y el PAN y ahora sí cada cual ir por su propio rumbo, así sea para no llegar a ninguna parte. 

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