Opinión

“La UdeC y la enseñanza del postdebate”

PARACAÍDAS 

Rogelio Guedea

Los detractores y enemigos de la Universidad de Colima nunca lo entenderán, aunque lo sepan, pero nuestra máxima casa de estudios cumple un rol importantísimo en la sociedad colimense que debe ser enfatizado precisamente en momentos en que la sociedad sufre sus peores reveses (como en la pandemia) o está a punto de definir las rutas de su futuro (como en estas elecciones). Pese a la condiciones adversas, nuestra querida institución educativa estuvo más firme que nunca en ambos acontecimientos, bien como parte de la logística durante el programa de vacunación de todos los maestros de nuestra entidad llevada a cabo hace unas semanas o bien  como plataforma y parte de la organización del debate de los candidatos a la gubernatura de nuestro Estado, algunos de los cuales (Mely Romero, Locho Morán y Virgilio Mendoza) reconocieron pública y enfáticamente el valor de la institución educativa más importante de nuestra entidad, mientras que para el resto (Indira Vizcaíno, Aurora Cruz, Claudia Yáñez y Evangelina Bañuelos) no propició ningún comentario positivo o mención, cuando sobrado tiempo hubo para ello.

No importa: la Universidad de Colima, hoy bajo el liderazgo del rector Christian Torres Ortiz (liderazgo fresco, activo y, sobre todo, con sensibilidad humana), tiene el deber de no darle la espalda a la sociedad a la cual se debe, aun en contra de las políticas públicas que vayan en detrimento de sus funciones sustanciales o de los ataques e intenciones de violar su autonomía, ni tampoco de detener su labor formadora y su función social. Pero de igual modo, eso sí,  tampoco tiene la necesidad de rendirse ante aquellos que pasan indiferentes a sus méritos o aquellos otros que mancillan a su comunidad con infundios y difamaciones, todo lo cual con el único fin de poder obtener beneficios personales.

Por eso, pese a que el debate entre los candidatos a la gubernatura (en términos de formato, pero sobre todo de contenidos) dejó muchísimo que desear, seguramente cada uno de los miembros de la comunidad universitaria pudo abstraer con claridad  a estas alturas qué candidatos ofrecen las mejores expectativas no sólo para la sociedad colimense en general, sino incluso para la propia institución educativa de la que forman parte y están ligados tanto profesional como laboralmente, de ahí la importancia de hacer patente esta voluntad el día de las votaciones del 6 de junio pues ser omisos en este tipo de compromisos ciudadanos lo único que puede acarrear son mayores estropicios para la estabilidad estatal e institucional.

La Universidad de Colima es una institución noble pues su labor en sí misma es noble y trascendente, por eso crucial asegurarse de que los próximos gobernantes (gobernador, munícipes y diputados locales y federales) nos hayan corroborado con hechos durante el proceso electoral que así lo entienden también: la Universidad de Colima como un bien de todos y no como una moneda de cambio que se disputa entre grupos políticos e ideológicos  ajenos a la institución y sujetos a los vaivenes del poder gubernamental en turno. En cualquier caso, si el próximo gobernador o gobernadora y la próxima legislatura local no lo entienden así, nuestra maxima casa de estudios ha probado ser lo suficientemente capaz y determinada como para hacérselos entender con firmeza en caso de que sea necesario.

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