Opinión

“Parece que fue ayer”(cuarta parte)

PERISCOPIO

“Parece que fue ayer”

Cuarta parte

Abelardo Ahumada

“SE CAYÓ LA ELECCIÓN”. –

El 1° de octubre de 2015, ya como gobernador electo, José Ignacio Peralta Sánchez asistió al “evento especial” en el que, desde el encierro protector de la Casa de Gobierno, Mario Anguiano Moreno pretendió enviar (por radio y televisión) un mensaje al pueblo, con motivo de la entrega que de su Sexto y último Informe de Gobierno al Congreso del Estado. Y, al terminar el mismo, JIPS declaró que MAM era “un Gobernador en plenitud en su carrera (…), con una enorme madurez política”. Justificando asimismo el crédito que “por más mil 700 millones de pesos”, algunos de los diputados cómplices de la LVII Legislatura le autorizaron indebidamente a aquél que en agosto anterior; diciéndole a los reporteros que MAM explicó “las razones y las causas que obligaron al gobierno a tomar decisiones para enfrentar la crisis financiera”.

Pero 21 días después “el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)” fue más allá que su correspondiente local, al parecer comprado, y “anuló la elección de Colima para gobernador”, al aceptar “que sí hubo injerencia de funcionarios públicos en la elección”, operando a favor del candidato tricolor.

Seis años atrás los dirigentes de su partido le habían quitado ya, a Ignacio, una candidatura para el Senado, y ahora el TEPJF le estaba quitando la gubernatura que ya traía en la bolsa. ¿Se pueden imaginar qué debe de haber sentido y pensado ese ciudadano?

LAS ELECCIONES EXTRAODINARIAS. –

El tribunal ordenó que se repusiera el proceso y se realizaran elecciones extraordinarias. Debiendo ser los diputados de la LVIII Legislatura estatal quienes resolvieran y finiquitaran el proceso de elegir a un gobernador interino, que sustituyera a MAM, mientras no hubiera orto constitucionalmente electo.

Dicha Legislatura empezó a trabajar con la mayoría panista, bajo la presidencia de Martha Leticia Sosa Govea. A ella le tocó enfrentar la pequeña tormenta que se desató cuando, instalado el Congreso como “Colegio Electoral”, se dispuso a cumplir con la obligación mencionada:

La “olla de los grillos” se puso en ebullición porque mientras los diputados de las oposiciones argumentaban que quien resultara electo no tendría por qué ser priista, los tricolores aseguraban que así debía ser.

El caso fue que aun cuando el TEPJF les impuso un plazo de 48 horas para resolver ese asunto, a los diputados se les hizo bolas el engrudo porque algunos partidos y asociaciones políticas presentaron ternas de nombres, y tendrían que elegir entre todos ellos: el PAN, por ejemplo, postuló a Jesús Dueñas Llerenas, Enrique Michel Ruíz y Salvador Becerra del Toro; y la asociación civil “100 X Colima” propuso a Teresa Santa Ana Blake, Estela Josefina Meneses Fernández y al exmagistrado, Guillermo Ruelas Ocampo. Pero como prevaleció la segunda tesis, los diputados ya sólo tuvieron que elegir a uno de los tres elementos que propuso el PRI: José Eduardo Hernández Nava, Rector de la Universidad de Colima; Ramón Pérez Díaz, presidente del Colegio de Notarios, y el ex secretario de Salud, José Fernando Rivas Guzmán. Todo esto mientras que, para evitar broncas locales, el Instituto Nacional Electoral (INE) se le adelantó al Instituto Estatal Electoral (IEE) y “se declaró listo para iniciar el proceso de organización de la elección extraordinaria de Colima”.

La elección para gobernador interino recayó, pues, en el licenciado Ramón Pérez Díaz, que tenía una bien ganada fama pública como individuo honesto. Aunque una de las primeras malas señales que dio, fue la de nombrar Secretario General de Gobierno al muy mal afamado Arnoldo Ochoa González.

Las elecciones, a la postre, no tuvieron nada de extraordinario, porque a pesar de que lo más lógico hubiera sido que, a falta de segunda vuelta electoral, sólo compitieran los dos candidatos que quedaran en el primer y el segundo lugar, algunos de los demás reclamaron sus derechos, y volvieron casi todos a participar, aunque Joel Padilla Peña, dirigente estatal el PT, decidió eliminar la candidatura de David Munro y, queriendo, como acostumbra, “caer parado” se apresuró a postular a JIPS como su candidato.

Otro “detallito” que sin embargo adquirió un cierto grado de notoriedad fue que, actuando de manera muy diferente a como lo hizo durante el proceso ordinario, JIPS procuró deslindarse del ex gobernador Anguiano, a quien, como ya se señaló, el día de su último informe había llenado de elogios. Y como prueba de esto que digo, el domingo 13 de aquel diciembre de 2015, tras arrancar su nueva campaña hacia la gubernatura, sin mencionar el nombre de su antecesor, JIPS dijo que él no tendría por qué pagar por los errores cometidos por aquél. La cita completa es la siguiente: “Estoy dispuesto a pagar por los platos que yo rompí, pero no por los que rompieron otros”.

Añadiendo, al día siguiente en Tecomán: “Parece que en Colima no hubo gobierno durante 6 años. Por ello es necesario que haya un gobierno serio, responsable y con valores que le dé rumbo al estado”. Rubricando sus expresiones con una frase que jamás había pronunciado en público: “¡(Estoy) hasta la madre de gobiernos que le dan la espalda a la realidad!”.

Caras y gestos con los que a no pocos electores les dio a entender que él era un individuo convenienciero, mentiroso e hipócrita al que no le importó lo que le estuvo pasando en Colima durante el sexenio anterior; o al que le pasó de noche el desgobierno que su antecesor realizó. De manera que tampoco podría ser verdad que él tuviera la capacidad para, ahora sí, “dar rumbo al estado”.

“SIN NOVEDAD EN EL FRENTE”. –

La campaña, dije, no tuvo nada de extraordinario, y por lo mismo, no veo ningún caso en describir los detalles, aunque quedó muy claro que como Jorge Luis Preciado no había logrado hacer un buen equipo con los diputados panistas de Manzanillo y Minatitlán, éstos se sentaron muy cómodamente en sus curules, lo dejaron que hiciera su campaña solo y perdió ante JIPS por 10,330 mil votos, cuando la anterior la diferencia sólo fue de 502 sufragios.

Los números oficiales fueron 118,772 para José Ignacio, cobijado por PRI, Partido Verde, Nueva Alianza y PT; mientras que Jorge Luis, con el puro PAN se quedó con 108,604.

Pero el abstencionismo fue notablemente mayor que en las elecciones ordinarias, y las víctimas de éste fueron: Leoncio Morán, de Movimiento Ciudadano, quien aun cuando conservó el tercer lugar, perdió 2,604 votos de los 35,841 que había alcanzado inicialmente; Martha Zepeda, candidata del PRD, perdió 734 de las 5,878 iniciales, y el general Gallardo 1,573 de los 3,819 alcanzados en junio.

Así, pues, Peralta alcanzó finalmente la legalidad deseada, y “el primer minuto del jueves 11 de febrero de 2016 tomó protesta como gobernador constitucional de Colima”, para cubrir un período que, de no ocurrir otro imprevisto, concluiría el 31 de octubre de 2021.

BUENOS PLANES Y “TOLERANCIA CERO”.

“En sesión solemne celebrada esta madrugada y bajo un fuerte dispositivo de seguridad -redactó el corresponsal del periódico El Financiero-, el gobernador interino saliente Ramón Pérez Díaz atestiguó el acto donde Peralta Sánchez asumió el mando de la administración estatal”. Y al tomar JIPS la palabra, indicó que “los colimenses” le ratificaron “la responsabilidad” que esa noche asumía, al sufragar dos veces por él. Y que, de conformidad con lo anterior, “más allá de las posiciones políticas, las condiciones ideológicas y (pasando) por encima de intereses de grupo o personales”, lo que él tenía pensado hacer, era “priorizar la misión y la convicción de beneficiar a los colimenses”, aceptando “la pluralidad” reflejada en las urnas, y estando dispuesto a promover “una democracia de consensos y coordinación de esfuerzos, así como la unidad de los ciudadanos».

Ese mismo día, el Diario de Colima, que no tardaría en convertirse en una especie de “Periódico Oficial Sexenal”, cabeceó su nota de ocho columnas así: “Tolerancia cero a la corrupción. Advierte Nacho”, señalando que, la víspera, “al sostener una reunión con los integrantes del gabinete (…) les hizo “un llamado a trabajar con honestidad y vigilar que quienes dependen de ellos también se conduzcan de esta forma”. Siendo muy enfático al decir: “No pueden permitir que ningún trabajador a su cargo incurra en algún acto de corrupción, no lo voy a tolerar (Y…) “sería aún más grave que fuera algún titular de dependencia el que actuara de manera incorrecta”.

Aagregando que “lo dicho por él durante su mensaje a la población en su primer día de gobierno no es sólo un discurso, es una convicción, por lo que encabezará un equipo de gobierno que vendrá para servir”. Siendo nuevamente enfático al señalar que “quienes quieran hacer negocios, que se dediquen a sus negocios; quienes aspiren a formar parte de este gobierno, que vengan a trabajar y a dar resultados”.

Discursos que muy pronto al parecer quedaron como letra muerta, o de los que varios de sus colaboradores interpretaron muy a su modo, porque, como se ha sabido, se dedicaron, literalmente, “a hacer negocios” aprovechando los puestos que el gobernador Peralta les encargó.

ANUNCIOS DE LA DEBACLE. –

Ese mismo día, en esa misma edición de Diario de Colima, aparecieron dos pronósticos que realizaron otros dos pitonizos (o adivinos) políticos ante la grabadora del reportero Alberto Magallón Estrada: el primero, en cuanto a la posición de la lectura, fue de Rogelio Rueda Sánchez, presidente estatal del PRI en ese preciso momento, quien vaticinó: “A la administración de José Ignacio Peralta Sánchez la distinguirán la honestidad, la transparencia y la intolerancia a la corrupción”. Y el segundo, fue de Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, quien, a sabiendas ya de que su hija Indira había sido invitada por José Ignacio a participar en su gabinete como Secretaria de Desarrollo Social, vaticinó a su vez dos eventos: “Con el PRD o sin el PRD Indira Vizcaíno Silva podrá seguir practicando sus principios” … “(El partido del) Sol Azteca no tiene ningún futuro (…) por eso nos tienen sin cuidado sus decisiones a nivel nacional o local”.

Ya usted, lector, saque sus conclusiones de cuáles vaticinios sí se cumplieron, y cuáles no.

Colateralmente, en los días cuya historia estamos narrando, el sexenio presidencial de Enrique Peña Nieto ya llevaba más de la mitad de transcurrido, y él, su gabinete y varios de los jóvenes gobernadores del “Nuevo PRI” al que presumía pertenecer, habían tenido tiempo más que suficiente para enseñar el cobre de sus corazones, y las grandes ambiciones que tenían para enriquecerse a costa del erario.

En ese contexto, el excandidato panista a la gubernatura de Colima se reintegró al Senado, en donde, como coordinador de sus pares albiazules había dado todo su apoyo para aprobar las famosas “reformas estructurales” promovidas por Peña Nieto. Y dirigía desde allá, a control remoto, a sus propios peones y alfiles tanto en el Congreso como en el comité ejecutivo estatal de su partido, dando como resultado que, con eso y la eficacia de los operadores políticos del PRI, y la sonsera de algunos de los elementos albiazules, el PAN quitó de la coordinación de su bancada a Martha Sosa; puso a José Luis Ladino; perdió su mayoría inicial, y Nacho comenzó a realizar sus tours fuera del estado a su más pleno y total antojo.

Por su parte, anunciándose como las negras nubes de una tormenta próxima, Andrés Manuel López Obrador seguía recorriendo (al parecer incansablemente) todas las plazas públicas del país. Y en cada una de ellas, machacona y hasta enfadosamente, seguía él hablando “a ras del suelo”, para decirle a la gente que Carlos Salinas era el verdadero jefe de “La Mafia en el Poder”; que manipulaba a Enrique Peña Nieto, y que una gran parte de los gobernadores panistas y priistas eran “lo mismo” y constituían “el PRIAN”. Engendro político al que no tardó en incorporar al PRD, por considerar que se había corrompido, y que sus dirigentes ya no peleaban a favor del pueblo, sino para obtener candidaturas.

Guardando las proporciones, remando a contracorriente y recibiendo muchas veces “fuego amigo”, Vladimir Parra Barragán, un jovencito imberbe, pero muy combativo, seguía presidiendo el Comité Ejecutivo Estatal de Morena, y no creo que nadie afuera de aquel movimiento haya querido dar, en ese entonces, un peso por él. Pero lo tesonero nadie se lo quitaba.

Sólo que de eso y de las elecciones de 2018 tendré que hablar hasta la próxima colaboración.

Continuará.

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