Opinión

“Morena en Colima, deturpada”

PARACAÍDAS 
Rogelio Guedea

El ciudadano de a pie ya lo habrá notado: quienes han dado mucho de qué hablar en los últimos meses han sido los legisladores de Morena en el congreso local. Esta situación, que defrauda a la sociedad colimense en general, ha conseguido invisibilizar otros yerros de la tarea pública estatal, como los relacionados con la violencia que sigue asolando a nuestra entidad y de la cual todavía no tenemos una respuesta de acción clara por parte de las autoridades.

Es la rapiña que se ha visto entre los congresistas locales de Morena lo que no ha dejado de propiciar la reflexión en los diferentes medios de comunicación y los escupitajos en las redes sociales. Y es que asombra a propios y extraños lo que sucede en el Congreso local con los legisladores de Morena, que no han hecho sino demeritar con su actitud poco profesional, para utilizar un eufemismo, una función de tan alta trascendencia social: la de legislador.

Contrario a eso, los legisladores han evidenciado solamente ambición de poder y de dinero, buscándolo ello a cualquier costo y sin importar violar los más mínimos principios éticos. Ya no se ha tocado mucho el tema (porque todo dura poco en el imaginario colectivo) pero no debemos olvidar que los congresistas de Morena se hicieron patos con bajarse el sueldo, yerro que tendrá sin duda un alto costo político y electoral en los próximos comicios.

Por otro lado, se ha evidenciado en múltiples ocasiones la alianza de algunos morenistas con el PRI, basta recordar que la llegada del propio legislador Vladimir Parra a la presidencia de Gobierno Interno del congreso responde a esta macabra alianza, sin importar pasar por encima de otros compañeros de partido, en especial un par de legisladoras que han dado la nota nacional luego de denunciar al mismo Parra Barragán de violencia política en contra de ellas.

No es esto lo que se esperaría de un partido político de ascendencia progresista. Si a esto agregamos todos los rompimientos internos que ha tenido esta fracción parlamentaria (lo que ha derivado en formación de nuevas fracciones o integración a otros partidos), el precedente que sientan estos legisladores morenistas para el futuro es por demás deshonroso. En lugar de enaltecer la labor legislativa, con estas formas no hacen sino degradarla.

Si esta vez se colaron carpinteros fraudulentos o ex presidiarios relacionados con las drogas, lo que ha manchado sin duda al partido, qué podríamos esperar para la próxima legislatura. La dirigencia nacional y local de Morena deberán poner filtros de acero en el 2021 para evitar que esto vuelva a repetirse, pero por lo pronto deberá sancionar a todos aquellos que no tengan una conducta apropiada hacia sus propios compañeros de partido y no cumplan con eficiencia y eficacia con sus responsabilidades.

Habrá que señalar por último, que, por extensión, fuera del congreso también permea el divisionismo morenista. Si bien se perciben varias vertientes, hay una que se impone la más pura y cercana al presidente López Obrador, esa misma que representa la diputada federal Claudia Yañez, quien, por cierto, calladita la boca ha venido realizando acciones importante en favor de nuestro estado. Ojalá, pues, que las aguas se apacigüen entre los congresistas de Morena, echen fuera lo perjudicial, atraigan lo benéfico y le den respuesta ya a las demandas ciudadanas, que conforme pasan los días se apilan más y más en sus escritorios.

Rogelio Guedea
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