Educación y Cultura

Necesario, por salud de pacientes, aplicar rigor científico a plantas medicinales: Experta

*La investigadora Mónica Ríos ingresó este fin de semana al Seminario de Cultura Mexicana, Corresponsalía Colima, con una ponencia en la que debate sobre la efectividad de las plantas medicinales y su sustento científico.

Mónica Ríos Silva, investigadora del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas (CUIB) de la Universidad de Colima, ingresó el pasado siete de noviembre al Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Colima, con la conferencia “Plantas medicinales, ¿ciencia contra tradición?”, en el que habló sobre la relación que hay entre la medicina tradicional y la investigación científica.

Para la investigadora, hay contracciones en la comunidad científica en torno a este tema; por una parte, consideran que la herbolaria no tiene una evidencia científica que avale su eficacia, pero por otra, algunos de médicos aceptan su uso e incluso sugieren el empleo de esta terapia alternativa a sus pacientes.

La también maestra y doctora en Ciencias Médicas por la UdeC, comentó que a lo largo de la historia “los remedios de la abuelita han sido una opción terapéutica, que probablemente sea la primera con la que entramos en contacto antes que un medicamento alópata, o al menos algunos de nosotros hemos utilizado algún remedio tradicional en nuestras vidas. De hecho, en los últimos años su uso ha ido en incremento, junto con otros tratamientos alternativos como la acupuntura”.

Debido al incremento de estas terapias alternativas, organismo de salud, dijo, se han propuesto regularlos y analizarlos. “En el caso de la medicina tradicional, se le considera un subtipo de medicina complementaria o alternativa. Su característica principal se basa en las creencias y experiencias que se van heredando; su funcionamiento no necesariamente tiene que tener una explicación, se basa en observaciones de los abuelos, quienes se percataron cuáles plantas eran buenas o malas para ciertos padecimientos”, comentó.

La especialista en medicina interna comentó que es probable que estas terapias sí tengan un efecto, “pero entonces hay que explicar cuál es, si es seguro, que no haga daño, para así darle un uso políticamente correcto. Es importante no desechar las observaciones que realizaron los abuelos porque se tardaron generaciones para llegar a ellas, pero tenemos que comprobarlas”.

Mónica Ríos, informó que existen investigaciones donde se le pregunta al personal médico y a varios investigadores si recomendaban el uso de plantas medicinales. “Esto es algo que no tiene cabida en una facultad de medicina, pero aun así vamos a ver que nuestro conocimiento científico lo dejamos a un lado y sí usamos las plantas”.

En el caso de México entrevistaron a médicos, investigadores y estudiantes de posgrado del área biomédica; más del 97 por ciento dijo haber escuchado sobre la terapia herbal; el 45 por ciento de los investigadores había usado medicina herbal y de los médicos, hasta el 37 por ciento. Además, un 8.4 por ciento de los médicos receta medicinas herbales, “el porcentaje se incrementa cuando son conocidos de los médicos. Llama la atención esta contraposición de su preparación científica”.

En el caso de la eficacia de esta terapia y los efectos secundarios que puedan tener, el 100 por ciento de ellos percibió una eficacia y sólo el 20 por ciento reportó algún efecto secundario. Los médicos recomendaron el uso de plantas porque consideran que existe evidencia a favor, porque el tratamiento convencional fracasó o porque era efectiva, y sólo el 26 por ciento recetó en algún momento estas terapias, principalmente para enfermedades del sistema respiratorio, digestivo y enfermedades no graves.

En contraste, el 46 por ciento del personal de salud considera que los pacientes no deben usar plantas medicinales como alternativa; algunos de ellos dijeron que esta terapia funciona a través del efecto placebo. “Los médicos mostraron su molestia al descubrir que sus pacientes estaban usando medicina herbaria sin decirles, pero también encontramos un alto porcentaje de profesionales de la salud que usan terapias alternativas”, dijo.

“Aunque la mayoría dice que es eficaz o hay evidencia, también coinciden que se deben realizar más pruebas científicas antes de que un médico acepte la medicina herbaria como un tratamiento convencional. Hay que resaltar –dijo Mónica Ríos– que el hecho de que no haya reportes significativos sobre resultados adversos, no significa que sean inocuos y lo complicado de no decirle al médico o modificar las dosis, es que estos medicamentos pueden causar una lesión hepática significativa, daño renal, alergias o bien interacciones farmacológicas; esto no quiere decir que sean las que más van a causar daños, sino que su consumo ha reportado estos daños”.

Entonces, si existen estos reportes, ¿por qué los especialistas de la salud siguen recomendando plantas medicinales?, cuestionó la investigadora. Una de las posibles explicaciones es que la medicina tradicional tiene un enfoque holístico; es decir, le dan la misma importancia al cuerpo, al espíritu y la mente y el paciente se siente mejor tratado que si va con el médico, donde sólo ve el enfoque biológico, y además la relación médico-paciente no suele ser la ideal.

Para Mónica Ríos, no todo es malo con el uso de las plantas; sin embargo, se debe conocer el efecto que causan en el ser humano, ya que tienen un funcionamiento igual a la de un fármaco: entran al cuerpo, se absorben, se distribuyen, hacen efecto y se eliminan. Por ello, se debe conocer cómo, cuándo y en qué cantidad usarlas. Para ello existen dos áreas de la ciencia que se encargan de su estudio, la Etnofarmacología y la Etnogenómica.

“Estas áreas tienen un enfoque farmacológico; es decir, analizan lo que le hacen a mi cuerpo cuando entran. Las nuevas tecnologías nos ha permitido descubrir nuevas terapias; la digoxina, que es un fármaco para el corazón; la amapola, de donde se obtuvo la morfina y la capsaicina, sustancia del chile que es ampliamente utilizado en México”.

La investigadora dijo que, si bien hay posturas en las que se descarta a las medicinas tradicionales porque carecen de validez científica, por otro lado se siguen usando porque son tradición; entonces “apliquemos el método científico para comprobar si es eficaz o segura y así identificar nuevos medicamentos. Lo que debe hacerse es fomentar un uso seguro y eficaz, tanto por nuestra parte como por parte del paciente, y eso implica usar la bioética y ofrecerles todas las alternativas que existan”.

Por su parte, la investigadora Xóchitl Trujillo, quien dio contestación al discurso de aceptación, dijo que Mónica Ríos Silva “reúne características que validan su incorporación, y dada su formación en medicina interna tiene una visión amplia del funcionamiento del ser humano”.

En ella, dijo, “visualizamos la necesidad de informar, mediante la validez del rigor del método científico, el uso tradicional de las plantas y del tratamiento médico. En su experiencia y trabajo con modelos de animales de enfermedad ha comprobado el beneficio que dicen tener algunas plantas, como la moringa, el nopal y el chile, entre otras. Ella, bajo el control del experimento y los controles de estudio, ha demostrado mediante el sustento de la publicación científica el uso de las plantas”.

 

 

 

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